El pregonero

Dice mi amigo Rogelio, Aldonzo (y me lo dice en el más absoluto de los secretos, porque él no desea parecer un mal gaditano que va contándole a cualquiera los fallos que tienen sus paisanos), que los gaditanos no tienen todavía muy claro para qué sirve su Pregón; si para engrandecer la Fiesta o para que la Fiesta  engrandezca a una persona; Si para decir a los de fuera lo interesante que es nuestro Carnaval o para repetirnos a nosotros mismos, como un eterno y obligado rito, que aquí se hace periodismo cantado y que los «poetas» de aquí, que los hay por todas las esquinas, mojan su pluma en la Caleta y bla, bla, bla. Todavía no saben los gaditanos si hay que elegir a quien merezca ser pregonero o al pregonero que merezca Cádiz. Todavía no se enteran los aficionados de que, en Cádiz, hay miles de personas a las que no gustan las coplas de carnaval; acaso algunas callejeras mientras se fuman un «malandri» y para de contar; de la misma forma hay otros que sólo ven la cabalgata y hasta el año que viene. De modo que a esos les da igual si Martínez Ares rompió con su grupo o si Quiñones escribe en la bañera. Simplemente no saben quiénes son; y si no protestan es porque no tienen cómo hacerlo, lo que no significa que estén de acuerdo.
Pero aquí resulta que los aficionados al Concurso se han adueñado de todo el Carnaval y todo hay que hacerlo con la aquiescencia de ellos. El resto de gaditanos, que es mayoría, no cuenta para nada; pero si fuera preguntado diría que preferiría un pregonero de Cádiz; pero de Cádiz no significa del Carnaval.
El Ayuntamiento, según me cuenta Rogelio, hasta ahora, ha ido congeniando esas dos mitades y ha ido alternando con mediana fortuna artista y carnavalero. Ha tenido suerte porque ha coincidido con una época en que hay gaditanos triunfando. Pero pregones originales e interesantes salidos del mundo del Carnaval, dice él que Yuyu y poquito más; y de los que quedan, ya se ha visto su capacidad cuando han pregonado otras cosas. Así que, para algunos, lo mejor es que el Ayuntamiento pasara ya, durante unos años, de la mitad carnavalera, que poco novedoso nos va a traer; y buscara en otros sectores de la Cultura trazando círculos concéntricos, es decir, si no hay en Cádiz, se busca en la Provincia; y si tampoco, en la Región; seguro que se encuentran buenos pregoneros. Es más, Rogelio se atreve a proponer, para el año que viene, a Javier Ruibal, que para él, lo tiene todo. Yo aún no he tenido tiempo de escucharlo en profundidad; pero los que me han hablado de él dicen que es el espíritu de la fusión; que en su garganta se han mezclado, sin el menos esfuerzo y en la misma proporción, sones de Cádiz, los Puertos, Cuba y hasta el norte de África si se quiere; que además de poseer una voz personalísima y agradable, es un letrista tierno, irónico y sacado de la vida misma amén de un músico originalísimo y exquisito.
En Cádiz, para muchos,  es como de la familia; y si se conoce en Madrid más que aquí es porque por allí se le presta más atención y porque la  televisión andaluza, dice Rogelio, está mucho más empeñada en el triunfo definitivo de la peineta y la bata de cola; lo cateto sobre lo culto. Un abrazo, Aldonzo; pasado mañana estaré contigo.