El portero Raúl Navas ‘canta’ en el Falla

Tras colgar los guantes, el exguardameta del Cádiz CF regresa al Carnaval, donde se forjó en las comparsas de la cantera

Raúl Navas es uno de esos jugadores que por desgracia ya se encuentran en fase de extinción. Gaditano, carnavalero, apasionado de su tierra y jugador del Cádiz CF. El guardameta se acaba de retirar después de una dilatada carrera que le llevó a vestir los colores del equipo de su vida, además de Tenerife, Córdoba y el Lincoln en Gibraltar. En los primeros años del siglo, Raúl era ese compañero que llegaba al vestuario con las coplas de Martínez Ares, Juan carlos Aragón, Tino Tovar, los pasodobles de Santander y del Noly, los cuplés del Selu…. Era la banda sonora de un plantel que respiraba gaditanismo.

Y ha sido colgar las botas, o mejor dicho los guantes, y ponerse el disfraz. Navas también canta en el Falla, “ya lo hacía antes en la portería”, bromea el arquero. Tenor del coro de Valdés ‘Manos arriba’, se acaba de sacar una espina esta noche de viernes. La última vez que se colocó un tipo fue en el 92 con ‘Agüita Fresca’ de Antonio El Piojo, una comparsa juvenil (14 años tenía). Al año siguiente, Tino (Tovar) le conminó a dejar el Carnaval y se centrara en el fútbol, justo cuando iba salir con el maestro al lado de David Palomar. “Y ese grito me vino perfecto”. Ha sido jugador de élite, ha saboreado las mieles de Primera División, y ahora ha recorrido el camino a la inversa, hacia sus orígenes.

“Y ahora he sido titular por primera vez”, se ríe. Lo tiene más fácil. De la soledad del portero ahora se rodea de 40 compañeros. La sensación es diferente. “Yo pensaba que me iba a poner más nervioso, y es cierto que cuando sube el telón es como una explosión. Es el momento, no hay marcha atrás y puede ser su único día”. En cambio, el fútbol “ofrece más oportunidades cada semana en los partidos, cada día en los entrenamientos. Eso sí, yo antes de los partidos me ponía muy nervioso. No podía dormir la siesta y le daba muchas vueltas a todo”. En Carranza apenas escuchaba los gritos, “solo me llegaba el olor de los canutos”, pero aquí en el teatro “te enteras de todo lo que ocurre, te llegan los gritos porque estás muy cerca. Es más fácil divertirse”.

Con el cambio de registro se ha quitado “la presión. Yo vengo a pasar fases, llegar a la Final y si se puede ganar, pero no vivo obsesionado. No voy a perder la ilusión y tengo muchas ganas de disfrutar en la calle con todos estos locos”. La disciplina adquirida en su profesión le ha servido para encarar este reto. “Al principio temía no poder ir mucho a ensayar pero no me he perdido ni un día. Y luego hay que ponerse serios porque aquí hay muchos que les gusta el cachondeo”, broma. “Por algo quería yo salir en este coro”.

Ya está en el Mentidero, años después. Ha vivido un periodo de desintoxicación, “llevo tiempo sin ir a Carranza”, y reivindica ese ambiente de antaño. “Por desgracia faltan jugadores de casa en los equipos. Yo quiero muchísimos a todos los clubes en los que he estado, pero es que cuando me ponía la camiseta del Cádiz, del que fui recogepelotas, donde me formé en la cantera… es que es muy diferente”.