El Pópulo resiste el mayor lleno desde que es escenario ilegal
C on lo chicas que son sus calles y la de gente que cabe. Las agrupaciones callejeras volvieron a convertir anoche el silencio y la penumbra del barrio del Pópulo en una fiesta. Tal y como se ha convertido en costumbre durante los últimos siete años, el ambiente habitual en La Viña o San Lorenzo se desplazó por unas horas al interior y los alrededores del viejo barrio, esta vez desbordado por la cantidad de chirigotas ilegales y espectadores que se dieron cita en la octava edición de ‘Amoscuchá!’, el programa creado por los empresarios de la zona y LA VOZ en 2005.
Como es habitual también, la expectación superó con mucho los límites físicos de las murallas. Tanto la gran afluencia de público como la preferencia de muchos grupos por el silencio y los aforos menores lanzaron las coplas a los alrededores.
El efecto centrífugo apareció de nuevo. Desde Catedral a Pelota, abarrotadas, pero también el callejón Flamenco, calle Nueva o Cristóbal Colón. San Juan de Dios, que suele servir de desahogo también, perdió anoche esa condición por las obras de rehabilitación que aún no han terminado. Las vallas, la arena y el espacio cerrado dieron cierta sensación de agobio, complicaron la entrada y salida.
La segunda y penúltima noche de la cita convocada por LA VOZ en 2012 tuvo proporciones mucho más grandes que las del reposado martes. En ese primer día, se recuperó esa sensación de remanso, con unos pocos corros desperdigados, con la calma y la pausa que permite escuchar la voz más suave. En esa primera velada estuvo consagrada a los romanceros. Acudió una quincena, con el añadido de otras tantas chirigotas de rondón, en un radio de pocos metros. Ayer, esos pequeños y encantadores números desaparecieron. Tras la tregua y la pausa, el interés por escuchar los cuplés clandestinos sin clasificar ni calificar pudieron más que la paz del barrio.
Presunto récord
Será que el martes media humanidad carnavalesca se tomó un descanso. Será que había ganas acumuladas de los últimos años en los que la lluvia arruinó buena parte de la convocatoria. Será casualidad o moda, será el atractivo de la zona. Será lo que sea pero fue el mayor lleno que se recuerda en los ocho años de esta cita que ha convertido el barrio medieval en escenario de callejeras.
Ocuparía un texto enorme el listado con el nombre de las que se dejaron ver, incluyendo agrupaciones oficiales, por el barrio y los aledaños. Por ser muy prudentes, fueron al menos 50 grupos los que se acercaron y cantaron.
Ya mucho antes de medianoche, hubo aglomeraciones y calles taponadas por un reforzado poder de convocatoria que trae consigo efectos secundarios indeseados (suciedad, algún impertinente, murmullo excesivo, coincidencia de chirigotas en pocos metros…). Los corros alrededor de los pequeños tablaos en San Martín o la Posada del Mesón nunca tuvieron tantas capas de espectadores. Mucho más de público, bastante disfrute.
Una de las finalidades con las que nació ‘Amoscuchá!’ era llenar los bares de la zona, redistribuir el ambiente de Carnaval entre semana para que no beneficiara sólo a La Viña. Según lo visto anoche, ese objetivo ha quedado sobradamente cumplido. Con creces.