El matrimonio indisoluble de Doña Cuaresma y Don Carnal
El Carnaval es la fiesta reina de Cádiz. Nadie lo pone en duda. La
 ciudad se vuelca para su celebración en la que colaboran todos:
 pequeños y grandes, jóvenes y mayores, agnósticos, ateos y cristianos.
 Quizás la participación en el Carnaval de los que se declaran
 cristianos, y sobre todo los denominados «cofrades» es amplia.
 Bastantes son los componentes de chirigotas, comparsas, cuartetos y
 coros que, cuando llega la Semana Santa, se visten con su hábito para
 acompañar a sus titulares. Algunas ninfas pertenecen al grupo joven de
 su cofradía. Otros han sido miembros del jurado oficial y pertenecen a
 la junta de gobierno de una corporación. Pero todos compaginan ambas
 fiestas. Pero siempre siendo coherentes con sus pensamientos y su
 condición de católicos.
Sin embargo en los últimos años ha surgido un sector de aficionados
 que creen que el Carnaval y la Semana Santa no pueden ir de la mano.
 Algunos no entienden como un hermano mayor de una cofradía puede
 escribir una comparsa. O un cargador salir en un coro o escribir una
 comparsa (recuerden a Antonio Martínez Ares que, hoy en día, continúa
 perteneciendo a la cuadrilla de cargadores de la cofradía de Vera-Cruz).
Pero la realidad es bien distinta. En cada agrupación, y son más de
 140 las que participan en el Concurso Oficial de Agrupaciones
 Carnavalescas, existe una media de tres componentes que trabajan por
 las cofradías. La cuadrillas como la de la Virgen de Las Penas está
 formada por integrantes de coros, chirigotas y cuartetos. En la junta
 de gobierno de Vera-Cruz dos de sus miembros cantan en un coro. Los
 rocieros también tienen su sitio en el Carnaval y muchos ponen sus
 voces a pasodobles y cuplés.
Y es que la mitad de los miembros de cada grupo se declara creyente
 o que le gusta disfrutar de las salidas procesionales en Semana Santa.
Bien visto
La participación de los católicos en el Carnaval siempre ha
 sido aceptada por la Diócesis de Cádiz y Ceuta. La institución nunca
 han prohibido a los hermanos de las corporaciones que formen parte de
 un coro, una chirigota, una comparsa o un cuarteto. Desde el Obispado
 consideran que es una afición, aunque siempre deben ser coherentes con
 sus creencias a la hora de cantar las coplas.
Sólo la Iglesia de Cádiz ha criticado a las agrupaciones de
 Carnaval cuando han considerado que sus repertorios han sido ofensivos
 para los católicos. Dos cuartetos no obtuvieron el beneplácito del
 Obispado. O la letra que Antonio Martínez Ares escribió en contra del
 Vaticano con la comparsa Los Miserables. Pero eso son simple anécdotas
 dentro de una fiesta que se considera libre.
Desde el Consejo de Hermandades y Cofradías tampoco existe recelo a
 la participación de cofrades en el Carnaval. Son aficiones diferentes.
 Y el católico que es responsable con sus ideas sabe reaccionar en cada
 una de las situaciones, salvo en contadas ocasiones. El que fuera
 capataz de la Virgen de Las Lágrimas de la cofradía de Columna, Javier
 Bancalero, cantó con el coro del que formaba parte, El mejor coro del
 mundo, hace tres años una letra contra el párroco de San Antonio tras
 aprobar un decreto que expulsaba a la junta de gobierno por diferencias
 en el traslado a la Catedral del Resucitado. La decisión por parte del
 director espiritual fue fulminante: fue destituido de su cargo como
 capataz.