El Love, veinticinco años sin paz

Mientras las bolsas se desploman, Cádiz no corre peligro: siempre le quedará José Luis Ballestero, alias El Love, una garantía de seguridad si se tiene en cuenta que su chirigota, dirigida por Manolo Cornejo, lleva desde 1985 compareciendo en el parqué de febrero, con títulos una vez en alza y otros en baja, pero presentando siempre un nivel de rentabilidad alto en sus acciones. Lo extraño de este país y de esta ciudad es que una personalidad con su talento tenga que estar detrás de una barra de La Viña cuando podría haber triunfado hace mucho en ese extraño negocio que es el del espectáculo. No hay mayor show que el show business, eso dicen.
Desde ‘Los diablos del Caribe’ a ‘Más pallá que pacá’, en esta chirigota también militan el Cabra, Cristóbal o Chico, entre otros que también nos han regalado veinticinco años de paz y que siguen prefiriendo hacer el amor a las coplas que la guerra de las rivalidades sin sustancia. No es baladí el anti-homenaje que tributaron al pregonero de este año, José María García Cossío, alias Selu, pues en gran medida sus caminos han corrido en paralelo: «Selu, tú qué es lo que has hecho… tú ¿gracia de Cádi?… ese es de puertatierra, que lo conozco yo…». Paralelismo como demuestra, por ejemplo, el tipo que El Love y los suyos lucen esta vez: caricatura y retrato de la ojana gaditana, de esa legión de aduladores que le prometían, por ejemplo, el voto a Rafael Román y terminaban votando a la rubia: «Cuando veo a los amigos la alegría que me da/¿qué pasa Juan?,/que bien te veo Juan,/adios Juan./¿tesqui al carajo Juan?».
Lo ha clavado este año. El cuchillo en la espalda, claro. Un puñal que no es de Albacete sino de muchas partes, pero que en Cádiz solemos poner a punto como si todos lleváramos bajo el brazo la bicicleta y el culantrillo de los antiguos afiladores. Tampoco la palabra ojana tiene un origen definido y no suele aparecer en los diccionarios de las reales academias pero era frecuentemente utilizado por académicos callejeros como El Beni de Cádiz. Ya se lo dijo una vez Miguel El Potra a Antonio Burgos: «Ojana es decir las cosas por la boca de cangrejo». Si en Sevilla se lleva la ojana de manigueta, o la ojaneta, aquí gustamos de la ojana de la Caleta, que viene a ser lo mismo y que a veces se ha canturreado en los estribillos carnavalescos.
Ese afilado bisturí lo ha sufrido El Love en sus propias espaldas. Por eso los suyos son capaces de sacárselo, como en las antiguas películas de romanos, y devolvérselo a la afición:  «Aunque no se lo crean el tipo este es un bastinazo,/esto de ir de falsos no cabe duda que es lo mejor,/a todos los colegas les echo flores, les doy abrazos,/y echándoles piropos no tengo nunca una discusión./Cuando me preguntan, quillo ¿te ha gustao mi coro?,/les digo: qué tango y qué final de popurri./Les digo a tol mundo que son los mejores,/lo mismo a Juan Carlos que a Antonio Martin,/al Sheriff y al Canijo les digo que son dos monstruos,/yo soy un falso en carnavales/por eso le hago un sitito/pa que se suba Martínez Ares».
Qué presentación, qué pasodobles, qué cuplés, qué popurrit. 25 años de pelotazos. Primer premio seguro, «Love. ¿qué pasa Love?,/ qué bien te veo Love,/ adiós Love,/ ¿sesqui al carajo Love?». Eso le dirán a Emilio Aragón, si se presenta de candidato a la alcaldía, incluso los que se hayan enterado de que ya no trabaja en Cajasol. El Love puede arrimarle el cuchillo a la batea de su coro ilegal: ‘El clan de los MacKoca’ se llaman este año. Y es que quizá ante la ojana ajena, solo quepa el amor propio.