El Falla se vuelve a vestir de gala y verso
ETeatro Falla se convirtió ayer en el lugar perfecto para la celebración del concurso de romanceros. Al menos esa fue la sensación que los romanceros y el público en general obtuvieron tras su conclusión. A este respecto habría que recordar que era la segunda vez que el coliseo gaditano acogía el tradicional certamen que alcanza su vigesimonovenda edición. Un teatro, lleno hasta la bandera, fue testigo y cómplice de los romances de estos valientes intérpretes.
A las seis y cinco comenzó el primero de los romances, con letras del gaditano José María Benítez Muñoz, autor del romancero que interpretó María, la italiana, que encarnó a la estatua Gades, que se encuentra en el paseo de la punta de San Felipe. Con sus historias diarias, la genuina estatua estuvo acompañada de un simpático ayudante. Se convirtió en el prólogo perfecto para el posterior rosario de actuaciones que sirvieron para dar brillantez a un acto ya consolidado en el Falla y que ahora cobra realce al formar parte del programa del sábado de Carnaval.
Le siguió, el sanluqueño, Álvaro Vallen Pozo, autor del romance «doctor Beltrán, medicina general», que versó sobre los pormenores de su vida en el mundo de la medicina. Poco más de cinco minutos en escena le sirvieron para meterse en el bolsillo a un público dispuesto a disfrutar de una tarde cargada de humor.
Tras estas actuaciones le tocó el turno al isleño José Manuel Bravo Rosado, que parodió, con menos suerte que los anteriores, al personaje bélico, Judas Iscariote. A pesar de sus constantes paradas, este romancero se ganó el aplauso de los asistentes.
El cuarto romancero llegó desde Cádiz y estuvo a cargo de David Ruiz Medina, que con el romancero «Los pringaos de la ESO» realizó una simpática critica de la juventud actual. Este profesor cargó contra los hábitos actuales de sus alumnos y recordó con añoranza su infancia.
En la mitad de la sesión llegó uno de los momentos cumbres del espectáculo, la actuación del Ketama, que se plantó en slips ante un respetable entregado a la causa. Con una repetitiva mención a la alcaldesa Teofila Martínez y al cabo oreja, Ketama derrochó su arte sobre las tablas. Tras su actuación, público en pie para despedir a este genuino romancero
El sexto romance fue interpretado por Salvado Fernández Miró, con letra del Gómez. Fernández Miró, que encarnó a la muerte, comenzó dando miedo a un público que para nada se dejó abducir por el terror que desprendía el formidable romancero gaditano. Con un romance más afinado que los anteriores, el romancero del Gómez, mostró el máximo nivel de la ironía gaditana. Según contaba en su romance se sentía muy a gusto en Cádiz, ya que argumentaba que en Cádiz hay que morir y más con tres tanatorios.
En la recta final del concurso, llegó el turno para los nostálgicos, unos simpáticos Epi y Blas, que versaron sobre su vida en estos últimos años, fuera de las pantallas. Este romance interpretado por Sergio Carmona, hizo las delicias de pequeños y mayores.
Seguidamente, Paco Mesa hizo su aparición en el escenario disfrazado del solitario Durante su parodia confesó su afición por la cleptomanía desde su infancia. Este peculiar solitario, hizo mención a los robos diarios que se producen en los bancos.
El penúltimo de los romances interpretado por Rafael Piñeiro jugó con la omnipotente lucha de Don Carnal y Doña Cuaresma. En esta parodia, doña Cuaresma fue encarnada por la alcaldesa Teofila Martínez.
El fin de fiesta corrió a cargo de Inmaculada Llorens, que encarnada en la figura de la Pepa, realizó un peculiar recorrido por el monumento de la plaza de España y por la Constitución de la que toma su nombre.
A las seis y cinco comenzó el primero de los romances, con letras del gaditano José María Benítez Muñoz, autor del romancero que interpretó María, la italiana, que encarnó a la estatua Gades, que se encuentra en el paseo de la punta de San Felipe. Con sus historias diarias, la genuina estatua estuvo acompañada de un simpático ayudante. Se convirtió en el prólogo perfecto para el posterior rosario de actuaciones que sirvieron para dar brillantez a un acto ya consolidado en el Falla y que ahora cobra realce al formar parte del programa del sábado de Carnaval.
Le siguió, el sanluqueño, Álvaro Vallen Pozo, autor del romance «doctor Beltrán, medicina general», que versó sobre los pormenores de su vida en el mundo de la medicina. Poco más de cinco minutos en escena le sirvieron para meterse en el bolsillo a un público dispuesto a disfrutar de una tarde cargada de humor.
Tras estas actuaciones le tocó el turno al isleño José Manuel Bravo Rosado, que parodió, con menos suerte que los anteriores, al personaje bélico, Judas Iscariote. A pesar de sus constantes paradas, este romancero se ganó el aplauso de los asistentes.
El cuarto romancero llegó desde Cádiz y estuvo a cargo de David Ruiz Medina, que con el romancero «Los pringaos de la ESO» realizó una simpática critica de la juventud actual. Este profesor cargó contra los hábitos actuales de sus alumnos y recordó con añoranza su infancia.
En la mitad de la sesión llegó uno de los momentos cumbres del espectáculo, la actuación del Ketama, que se plantó en slips ante un respetable entregado a la causa. Con una repetitiva mención a la alcaldesa Teofila Martínez y al cabo oreja, Ketama derrochó su arte sobre las tablas. Tras su actuación, público en pie para despedir a este genuino romancero
El sexto romance fue interpretado por Salvado Fernández Miró, con letra del Gómez. Fernández Miró, que encarnó a la muerte, comenzó dando miedo a un público que para nada se dejó abducir por el terror que desprendía el formidable romancero gaditano. Con un romance más afinado que los anteriores, el romancero del Gómez, mostró el máximo nivel de la ironía gaditana. Según contaba en su romance se sentía muy a gusto en Cádiz, ya que argumentaba que en Cádiz hay que morir y más con tres tanatorios.
En la recta final del concurso, llegó el turno para los nostálgicos, unos simpáticos Epi y Blas, que versaron sobre su vida en estos últimos años, fuera de las pantallas. Este romance interpretado por Sergio Carmona, hizo las delicias de pequeños y mayores.
Seguidamente, Paco Mesa hizo su aparición en el escenario disfrazado del solitario Durante su parodia confesó su afición por la cleptomanía desde su infancia. Este peculiar solitario, hizo mención a los robos diarios que se producen en los bancos.
El penúltimo de los romances interpretado por Rafael Piñeiro jugó con la omnipotente lucha de Don Carnal y Doña Cuaresma. En esta parodia, doña Cuaresma fue encarnada por la alcaldesa Teofila Martínez.
El fin de fiesta corrió a cargo de Inmaculada Llorens, que encarnada en la figura de la Pepa, realizó un peculiar recorrido por el monumento de la plaza de España y por la Constitución de la que toma su nombre.