El cielo respeta a los tangos que saben a gloria

Aunque los pronósticos meteorológicos anunciaban lluvia para el Domingo de Carnaval, finalmente el cielo quiso respetar a unos tangos que saben a gloria cuando salen del teatro Falla y se pasean sobre una batea sin más premio que el aplauso de un pueblo. Desde las dos de la tarde, las bateas se pusieron en marcha para que los coros recorrieran las calles en el segundo carrusel de este Carnaval, después del que se celebró el sábado en la Avenida de la Segunda Aguada. 
Las doce agrupaciones participantes en el cortejo se dividieron en dos grupos, que siguieron un itinerario diferente para evitar grandes aglomeraciones de público en algunas zonas de la ciudad, como ya ocurrió el año pasado y que dio muy buenos resultados. El coro juvenil Los Guardianes fue el encargado de abrir el desfile que partía desde la Plaza Mina, al que seguía El Periquitúliqui, Los proscritos de la Viña, Dios los juntó y no vea la que lió, Menos Humos y Llegan los Ilusionistas.
Este recorrido estuvo lleno de público en todo momento, que se concentró, sobre todo, en el punto de salida, la Plaza de San Francisco y en San Juan de Dios. Precisamente, en la Plaza de San Francisco, los tangos se fueron alternando con los pasodobles y cuplés que salían desde el escenario ubicado en esta plaza, y que fue utilizado por varias agrupaciones–entre ellas, El código la Viñi– para interpretar sus repertorios.
El otro itinerario partió desde la Plaza de Candelaria, que también consiguió un lleno absoluto para ver a los coros Papelandia, Lo que yo te diga, el coro La Catedral, Los del Portal de Jerez, Qué Bahío y Al enemigo ni agua, que emprendieron la marcha poco después de las dos de la tarde, cuando los rayos del sol aún se dejaban ver entre las nubes que ya a esta hora comenzaban a hacer temer lo peor. Una vez más, el coro de José Manuel Valdés se convirtió en el favorito del público, que una y otra vez entonaba el gracioso estribillo que han sacado esta edición.
Oficiales e ilegales
De forma independiente realizaron su recorrido los coros Orquesta Cádiz, de Rafael Pastrana y Quico Zamora, que como es habitual siguió un ruta alternativa a la pactada por la Asociación de Coristas, así como el coro de Luis Frade, Picha’s on the rock, y la antología de Nandi Migueles. El veterano autor, que no ha participado esta edición en el certamen, salió a la calle con todos los miembros de su coro con una antología de coplas de todas sus agrupaciones. Ataviados con los tipos de todas sus agrupaciones, los componentes interpretaron tangos de Comediantes, Big band o Los Africanos, durante su recorrido desde la Plaza de San Juan de Dios hasta La Catedral.
El coro ilegal de Frade fue también otro de los favoritos del público, que se congregó en zonas como Vargas Ponce o El Cañón para sumarse a la fiesta que montaron estos componentes. A las cinco y media de la tarde formaron una auténtica fiesta en la Plaza del Palillero, donde numerosos aficionados los esperaban.
Sin embargo, no sólo los coros fueron los grandes protagonistas de la jornada de ayer, ya que en esta edición, las agrupaciones oficiales han querido sumarse también a la fiesta de la calle y desde primera hora de la mañana se dejaron ver por los alrededores de la Torre Tavira, el Palillero, el Cañón y la calle Ancha. Por allí actuaron las comparsas de Luis Rivero, La Catedral del Mar, la de Antonio Martín, Los héroes del 3X4 o la de Ángel Subiela Los Perfumistas. Las ilegales también siguieron cantando sus coplas por todas las esquinas ante la atenta mirada de una afición que cada vez muestra más entusiasmo con las coplas a pie de calle.
Los bares volvieron a hacer un año más su agosto en el mes de febrero y, muchos de ellos, volvieron a instalar las tradicionales barras ante la imposibilidad de dar servicio a las cientos de personas que acuden para comer o beber algo mientras disfrutan del Carnaval. Los bocadillos fueron una vez más el plato fuerte del día,a acompañado por unas patatas y un vasito de moscatel, que en Carnaval no puede faltar.
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