Al cajón sin posibilidad de recurrir
Presentación voluntariosa la de estos abogados, que no consiguen despertar demasiado entusiasmo en la sala. El pasodoble es largo pero musicalmente agradable y el grupo lo canta aceptablemente. En el segundo, explican cómo querrían que fueran los jueces. Bien esta letra. Un bar de ambiente que llevan dos mariquitas, que en la cuenta seguro que te la clavan. Silencio en la sala. El popurrí es escuchado con respeto pues los chavales, a pesar de que lo que traen es tirando a malo, se lo han aprendido. Ellos están algo encima del repertorio. Chirigota digna a la que le ha faltado chispa en los momentos en que se suponen que tienen que destacar. El autor parece moverse mejor cuando habla de cosas serias. El respetable les despidió con un no menos respetusoso apaluso cuando finalizaron su actuación sobre las tablas.