40 años del 23-F: El Carnaval de Cádiz y su desafío al Golpe de Estado

La insurrección de Tejero paralizó el país, provocó el miedo en todos sus rincones pero no pudo parar el Concurso de agrupaciones del Falla; esta es la historia del golpe que dio el propio Carnaval

Lunes, 23 de febrero de 1981. 18:23 horas. Madrid. Congreso de los Diputados. “Quieto todo el mundo. Al suelo”. El coronel Antonio Tejero irrumpe en la sala escoltado por una cohorte de guardias civiles, ‘secuestrando’ a los representantes del pueblo y con ellos a la democracia mientras le apunta con sus fusiles. En esta incipiente etapa de Transición, España sufre su mayor desafío y entre la pólvora y el humo de esos primeros disparos al aire se pueden oler aromas de un pasado demasiado cercano.

Lunes. 23 de febrero de 1981. 18:23 horas. Cádiz. Gran Teatro Falla. Sesión de tarde del Concurso de Carnaval. Tras la actuación de ‘Los concertistas’ y ‘Albores’, los integrantes de la comparsa ‘Los pintores de Versalles’ calientan voces en camerinos. Son los próximos en salir a escena. Aparece con la cara desencajada, pálida, un joven Diego Brun, miembro de la Comisión de Fiestas. “Javi, que han dado un golpe de Estado en la capital. Han asaltado el Congreso”. “¿Qué dices Diego? ¿Te estás quedando conmigo o qué? Parece que te ha bajado la tensión, estás blanco como la pared”, responde Osuna. “Que sí. Que Pepe Benítez me acaba de pasar los cascos de la radio. Que se ha escuchado. Todo el mundo al suelo. Y disparos. Y se ha parado la conexión”.

Calma tensa. O tensión controlada. Es la incertidumbre, el miedo real, que siempre se atrinchera en el prólogo. Diego se marcha saltando entre escalones para reunirse con los compañeros de la comisión. Han avisado al concejal de Fiestas Pepe Mena, que se encontraba con una hernia bien dolorido en casa pero pilla un taxi y sale corriendo hacia Fragela. Por instantes el Falla parece un velódromo. También aparecen otros ediles de la corporación y el propio alcalde Carlos Díaz. Hay que tomar una decisión. “¿Qué hacemos?”

“¿Qué vamos a hacer? Nosotros hemos venido a cantar así que vamos a salir cantar”, sentencia con voz poderosa el director Manolo Moreno, director de los pintores.

19.00 horas. Madrid. Adolfo Suárez y Santiago Carrillo permanecen en sus escaños. Gutiérrez Mellado se enfrenta a los hombres armados. Milans del Bosch asume todos los poderes en Valencia y el capitán Muñecas ‘tranquiliza’ a los diputados en el hemiciclo. Conversaciones al máximo nivel. Sabino Fernández Campo entra en el despacho del Rey Don Juan Carlos I, pegado también la transistor: “Majestad, han dado un golpe de Estado”.

Cádiz. Díaz se reúne con sus ediles. En Madrid pegando tiros y en Cádiz con el Carnaval. Hay que decidir si suspender el Concurso o seguir adelante. La opinión no es unánime. Se percibe el miedo. Hay quienes se saben señalados. El propio Mena, del Partido Comunista y que hace poco regresó de su exilio en Francia. Los rumores intoxican el ambiente y hasta se divulga de manera errónea que los militares rebeldes han tomado el cuartel de San Fernando.

‘Los pintores de Versalles’, de Antonio Bustos

El Concurso sigue adelante. “Tendrá que venir la Autoridad para suspenderlo. Lo hecho por el pueblo debe seguir funcionando”, sentencian. El Carnaval desafiante. También, con esta actitud se lanza un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía. Si sigue su curso es que todo va bien. Es preciso que no cunda el nerviosismo en las calles. El concejal Juan José Gelos serena a los miembros del jurado e invita a una tapita de jamón, queso, gambitas y un vinito de la tierra. La presentación de ‘Los pintores de Versalles’ suena delicioso. Antonio Bustos lo ha vuelto a hacer.

En la oscuridad del patio de butacas, Javi Osuna escudriña entre las sombras y observa como una pareja recoge el abrigo y se marcha de la función. Alguno más le sigue pero no hay desbandada. Cádiz es un mundo aparte. Entre bambalinas escucha un nerviosísimo zagal, un pequeño llamado Ramoni que agradece esa oportunidad de que adultos e infantes se crucen entre los pasillos y compartan escena. En el patio de butacas está toda la familia, la abuela también ha ido a verlo y presume con orgullo. Pero nada más acabar el padre lo recoge y se lo lleva corriendo a casa, entre lágrimas porque este chico quiere seguir disfrutando de la función. Salen todos a la calle para el descanso antes de que comience la sesión nocturna.

21.00 horas. Valencia. Y en la calle, los tanques. España queda paralizada. Tal es la confusión que realmente no se sabe ni quien manda, si Suárez o Milans del Bosch. Hasta 1.800 efectivos y 60 carros de combate circulan por la capital del Turia para velar por el cumplimiento del toque de queda.

Cádiz. En la calle, mucho ruido, un estruendo. Invade la plaza el coro ‘Entre pitos y flautas’ de la Salle-Viña. El contraste entre las imágenes de la televisión y las que se reproducían en las retinas de los gaditanos es delirante. En la radio se escuchaba música militar y junto a San Rafael los sones de una falseta de tango. Cortaban la retransmisión en Madrid, cortaban las calles en Cádiz a ritmo de desfile carnavalesco. De los tanques de Valencia a los coches del coro de un joven aspirante a sanitario Julio Pardo, ‘Los locos del volante’, con un tan Ángel Subiela en la cuerda de tenores. Entre ellos vehículos simulados de Policía con sus sirenas y más de uno corriendo escaleras arriba y cerrando las ventanas.

El orden de actuación de aquella noche del 23 de febrero

21.30 horas. Madrid. La conmoción primera empieza a dejar espacio a la reacción. Los diversos poderes se movilizan para abortar la rebelión. La prensa escrita imprime sus ediciones en la rotativa y salen a las calles con nocturnidad y alevosía. Surgen las dudas en el bando insurrecto y el factor sorpresa pierde su efecto decisivo. Se imaginan, aún se desconocen, gritos y voces, broncas y arengas, fuego metafórico en la Zarzuela.

Cádiz. En otro palacio, de puertas adentro, resguardados por ladrillos coloraos, hay quien recuerda el pasado y no con tintes nostálgicos. Algún carné de un partido recién legalizado, hecho papelillos. Pepe Mena se acuerda de su infancia robada por pelotones de fusilamiento. Antonio del Valle, reconocido falangista y miembro de la comisión de Fiestas, le abraza con palabras animosas. “A ti no te toca el pelo nadie. Faltaría más”. Le ofrecen marchar a Portugal antes de que vengan a por él. Hasta le dejan un disfraz de una de las agrupaciones para que salga de incógnito. “No me voy. Me quedo aquí. No he cometido ningún delito”.

01.12 horas. Madrid. El discurso del rey desde Zarzuela frena definitivamente la insurrección. “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum. Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey”.

Cádiz. Rafael Alberti ya tiene perfilado su discurso en San Antonio, como pregonero del Carnaval y símbolo de un tiempo nuevo en su regreso del exilio. Es de madrugada y se cierra por última vez el telón rojo del Teatro Falla. Diego Brun ha recuperado parte del color perdido y con un amigo se da una vueltecita por la ciudad en su motocicleta. Calma absoluta en los cuarteles de Varela, tranquilidad manifiesta en la sede de la Policía Nacional. “No ha sido para tanto”, se intenta consolar. O sí. ¿Quién sabrá? España ha parado el golpe, y el golpe no ha parado al Carnaval. Sólo fue un día de perros.

Horas después, ya durante la mañana, las conversaciones entre Armada y Tejero acaban con este último claudicando y permitiendo la salida de los diputados de la Cámara. Un 23-F Fallido, para ellos. Al sur del sur, nervios por saber qué agrupaciones pasan en un Concurso aún dividido entre locales y provinciales salvo en el experimento con los coros y cuartetos. ‘Pregones’, ‘Los hijos de la noche y, ‘Charlatanes de feria’ pugnarán en esta final de jueves por el cetro local en comparsas, dejando la disputa provincial para ‘Vendimiadores andaluces’, ‘Mi ribera del río’ y ‘Gibraltareños’. ‘Los marchosos de Fuentegirola’ y ‘Los celtas cortos’ han despuntado en sus respectivas categorías en la chirigota. La expectación es máxima pues por primera vez se retransmitirá la final en Telesur (la desconexión regional de TVE).

¿El golpe de Estado? No, no está olvidado. La memoria es frágil pero no tanto. Algo mejor. Ahora sirve de guasa, de pitorreo, es carne de cuplé y de parodia. El ‘Gómez’. rápido de reflejos, reacciona con una coplilla para ‘La Corporación bajo mazas’: ‘Tú no te sofoques, si quieres dar el golpe métete en la Bazán”. Y el cuarteto de Ricardo Villa ofrece una imagen icónica para la historia que es el símbolo del 23-F. Durante la actuación, el popular (del Pópulo) Sebastián Pérez irrumpe en escena vestido de verde ‘picoleto’ (en realidad, el uniforme de mantenimiento de parques y jardines) y ordena a voz en grito: “¡Todo el mundo al suelo!”. El miedo no se destruye sino que se transforma en aplausos y en una sonora ovación de un Carnaval que nunca se detuvo. Y que acabó dando el golpe.

Los testimonios de protagonistas de aquella época

Javi Osuna (comparsista en ‘Los pintores de Versalles’): “El Golpe de Estado nos cogió a varias agrupaciones en camerinos durante la sesión de tarde. Fue hace 40 años pero tengo tres imágenes clarísimas, como si se hubieran producido ayer mismo. Recuerdo a mi compañero Diego Brun, de la comisión de Fiestas de Pepe Mena, llegar a camerinos con la cara descompuesta: ‘Han asaltado el Congreso’. Estábamos disfrazados y nos quedamos muy preocupados pues teníamos conciencia de la gravedad de la situación. Entonces, nuestro director Manuel Moreno nos dijo ‘Hemos venido aquí a cantar y vamos a salir a cantar’. La segunda fotografía mental es desde el escenario, cuando una pareja recogió su abrigo y se marchó del patio de butacas en plena actuación, lo que indicaba el nerviosismo del momento. Ya la tercera al salir. Cada uno nos retiramos a nuestra casa y llegó en procesión el coro ‘Entre pitos y flautas’, cantando y haciendo el pasacalles. Todo muy bullicioso, con la que estaba cayendo”.

“Fueron unos días de transistores, por cada rincón. El Concurso se mantuvo íntegro, y tras el impacto del 23 de febrero, todo se fue evaporando con cierta rapidez. No sólo apareció en el escenario aquel hombre vestido de Guardia Civil (en realidad con el uniforme de mantenimiento de parques y jardines), sino que el Gómez, en ‘La corporación bajo maza’, hizo un cuplé que decía: ‘Tú no te sofoques, si quieres dar el golpe métete en la Bazán'”. Fue un momento difícil, aunque se abortara pronto. La Guardia Civil en el Congreso a punta de pistola, los tanques por las calles de Valencia y nosotros en Cádiz con Rafael Alberti como pregonero del Carnaval”..

Julio Pardo (corista en ‘Los locos del volante’: “Los integrantes del coro nos reuníamos en la calle Manuel Rancés y salimos a hacer el pasacalles hacia el Falla. En ‘Los locos del volante’ llevábamos varios automóviles, dos de ellos de policía, y la gente se escondía. Yo pensaba: ‘a ver, no somos tan malos’. Vimos gente asentada en los balcones, gritando que había un Golpe de Estado, y algún carné de un partido tirado por el recibidor. Y demócratas de toda la vida acojonados. Yo me lo tomé con la inconsciencia propia de la edad. Vine de jura de bandera dos días antes, así que no me cogió en el servicio militar por 48 horas”.

“Sin duda, fue uno de los grandes triunfos del Carnaval”.

Diego Brun (miembro de la comisión de Fiestas): “Pertenecía a la Comisión Ciudadana de Fiestas y sólo tenía 17 años. Cumplí la mayoría de edad justo al día siguiente, el 24. Estaba entre bastidores cuando Pepe Benítez, locutor de Radio Cádiz, me pasó los cascos y escuché aquello de: ‘se sienten coño’. Llamé al concejal Pepe Mena, que estaba en casa con una hernia pero cogió un taxi y se vino al Falla.

Por un lado se reunieron los concejales y el alcalde. Por otro, la comisión de Fiestas. El Concurso no se suspendió, decidimos seguir adelante y que fuera la Autoridad quien nos cerrara el Teatro. Debíamos mantener la calma. Hubo votos en contra porque había quien tenia miedo, como era lógico. Recuerdo que Antonio del Valle, de Falange, le dijo a Mena que a él no lo tocaba nadie. Le ofrecieron la posibilidad de huir disfrazado pero Pepe se negó pues no había cometido ningún delito, sólo pensar de manera diferente.

Algunos aficionados se marcharon del Falla, pero pocos. La sensación era de calma tensa. Mucha tensión y muchas carreras por el Falla. Tras la actuación, sobre las dos de la madrugada fuimos a los cuarteles de Varela y de la Policía Nacional y comprobamos que estaba todo tranquilo. Creo que hicimos bien, actuamos en consonancia. Es que el 81 fue un año buenísimo”.

Juan Manzorro (corista en ‘Los concertistas’): “Mi coro juvenil cantaba en el Falla por la tarde y estábamos en camerinos cuando llegó el rumor de que un tal Antonio Tejero había dado un golpe. ¿Como? ¿Que Tejero se ha dado un golpe? ¿ Se ha lastimado mucho? Estábamos más perdidos que el barco del arroz! Crecían los rumores y aumentaba nuestro nerviosismo. Estábamos nerviosos porque íbamos a cantar en el Falla. Recuerdo que un componente del coro se subió en un banco y gritó: Señores, señoreeeeee, vamos a dejarnos de golpe y vamos a cantarle a Cádiz que estamos en Carnaval!! ¿Se puede ser más deliciosamente inconsciente?”

“Lo único que nos preocupaba era cantar en el Falla. Por cierto, cuentan que a la mañana siguiente el golpista Teniente Coronel Tejero se rindió, porque lo engañaron diciéndole que iban en autobús para Madrid un grupo de chavales de Cádiz dispuestos a perpetrar unos cuantos tangos en el hemiciclo del Congreso de los Diputados”.

El coro de ‘Los concertistas’, con Juan Manzorro; en el micrófono, Pepe Benítez

Antonio Rivas (vecino en San Rafael): Me cogió cerca porque vivía en la calle San Rafael,paso obligado de todas las agrupaciones. Muchas llegaban sin hacer ruido, sabían que pasaba algo. En la radio se escuchaba música militar y se cortó la retransmisión desde el Congreso. Cádiz superó rápidamente este trance. La prueba es que pocos días después salió Sebastián Pérez en el cuarteto de Ricardo Villa parodiando a Tejero. La democracia era joven, con sólo tres años, y estaba todo por hacer. Por eso cuando se desmanteló el golpe, la gente estaba eufórica. Ahora es difícil entender el contexto de aquella época, pero entonces, después de 40 años de dictadura, con ETA matando militares y guardias civiles, la legalización del Partido Comunista.. España era una caja de bomba para que todo hubiera saltado por los aires.

Ramoni (integrante de la agrupación infantil ‘Los jamaicanos’): En aquel tiempos los adultos y los niños estábamos mezclados. Yo canté justo antes de ‘Los pintores de Versalles’, con ‘Los jamaicanos’. Me acuerdo que nada más actuar mi padre me recogió en camerinos, corriendo para casa porque estaba todo el mundo asustado. Temían que los militares se echaran a la calle y se formó un numerito gordo. Recuerdo mucha policía en la calle.

Sebastián Pérez (figurante del cuarteto ‘Cuatro parlamentarios parlanchines y estrafalarios’: “Todavía estaba entrando gente porque abríamos telón. Y estaban debatiendo cuando salí yo pegando tiros. Le puse un pie en la cabeza a uno… y el Falla se vino abajo”.