BASADO EN UN HECHO REAL, POR JUAN JOSÉ TÉLLEZ

El Carnaval de Cádiz se hermana con el de Río

Por  11:28 h.
El Carnaval de Cádiz se hermana con el de Río

No se trata de la inigualable vistosidad de la Cabalgata, por más que el Ayuntamiento tendría que ir pensando en un hermanamiento urgente con el sambódromo. Ni por los millones de turistas que visitan la ciudad, que también. O por la vistosidad de los fuegos artificiales, aunque el programa oficial los coloque en La Caleta para jugar a descubrirlos en las Puertas de Tierra.

El Carnaval de Cádiz se empieza a parecer al de Río, porque comienza a aparecer la violencia: ojalá la agresión sufrida por un integrante del coro ‘Los Manitas’ o la navaja que le sacaron a Jesús Bienvenido a manos de un individuo que se puso a escupir a sus comparsistas de ‘Los currelantes’ en la calle José del Toro, dándose a la fuga hasta que logró perseguirle Antonio, que fue policía nacional, y un guitarra armado con su instrumento.

La fiesta termina hoy –aunque, según la tradición cristiana hubiera debido terminar el miércoles o aunque quede, el próximo fin de semana, el Carnaval Chiquito de los ‘tireless’, los jartibles, y el Carnaval deslocalizado del verano–. Nos gustaría recordarla por la calidad de sus agrupaciones callejeras y por las controversias eternas del Concurso Oficial. O que pasara a la historia por lograr el más difícil todavía, con la alcaldesa inaugurando  –que ya es inaugurar– una demolición, la del Instituto de La Viña donde irá enclavado alguna vez el Museo del Carnaval.

Sería estupendo que lo único que tuviéramos que lamentar fuera la caída de un tablao del hijo del Alemania o la escisión protagonizada por los notables Faustino Núñez y Paco Mesa en la chirigota callejera de los más que competentes Bocuñano, la excelentísima ‘Bienvenido Mister Doce’. Que lo único que nos quedara para seguir dándole a la sin hueso fuese la conveniencia o no del Paseo de la Fama y de sus catorce estrellas alrededor del Gran Teatro Falla, o si no sería mejor sustituirlo por un mojoso en homenaje a esa gente rara, superhéroes a tiempo parcial de los carnavales, que se meten en un local oscuro durante meses para hacerse los dueños de la calle durante unos días, lo mismo que Clark Kent se metía en una cabina y salía disfrazado de Ruíz Mateos.

Qué pena que con el rastro de papelillos y orines con que hoy nos dejará el Carnaval de 2011, las reflexiones no vayan encaminadas al sentido que tienen ciertos concursos, foraparte del reglamento que rige en el Gran Teatro. El  certamen de letras a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, que este año haya ganado una hermosa letra de ‘Juana La Loca’ contra la Iglesia por su actitud ante las bodas de los homosexuales. O el de letras sobre la libertad, que descalifican a las que hayan sido cantadas en el Falla, cuando debiera ser justo lo contrario, porque se trata de difundir sus mensajes y no de encriptarlos en una cápsula del tiempo para la primera piedra del turbio Carnaval de la memoria.

La página de este periódico que usted está leyendo hoy debiera quizá preguntarse por la crisis de creatividad de las agrupaciones oficiales y por los efectos de la crisis de ingenio sobre la originalidad de los disfraces. Sin embargo, está llena de saliva por un escupitajo, entrecortada por el filo de una navaja y rota por los nudillos de un energúmeno. Cádiz no se parece a Río. Ni ganas.