Pintureros en el escenario

La comparsa gaditana de Juan Fernández intenta llamar la atención con un pasodoble contra Martínez Ares y un ofensivo cuplé contra Paco Rosado

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La comparsa gaditana Los pintureros, a la que pone letra Juan
Fernández, siembra la polémica intentando llamar la atención con dos
letras contra Martínez Ares y Paco Rosado, al que incluso llaman
“carajote” al final del cuplé.
Una lástima que Juan Fernández haya escogido el camino de la mediocridad y la falta de respeto para hacerse notar, porque el grupo suena bien y no tenía la necesidad de recurrir a la descalificación y el insulto para que la gente hablase de ellos. En cualquier caso, ambas letras, sobre todo la dedicada a Paco Rosado, con un insulto gratuito incluido, dicen muy poco, o mucho, sobre la catadura moral del autor, que al parecer considera que todo vale.
En el primer pasodoble han criticado la desunión existente en el Carnaval y ha terminado diciendo que al final necesitaremos que ocurra algo como lo de Antonio Puerta, que unió a béticos y sevillistas.
El segundo ha ido para el pregonero, al que ha acusado de “no sentir nunca lo que cantaba”, de no querer a Cádiz ni a la fiesta y de un sinfín más de cosas. Poco elegante, cuanto menos, aunque hay que respetar las opiniones de todos.
Lo que no ha tenido justificación alguna ha sido el primer cuplé, en el que tras no decir nada durante toda la letra, termina asegurando que lo único que está claro es “que Paco Rosado es carajote”; un insulto gratuito y fuera de tono y lugar. Quizás Juan Fernández tenga algo personal contra Rosado, pero desde luego, el lugar elegido no es el apropiado para aclararlo, ni tampoco las formas.
En cualquier caso, lo más seguro es que tan sólo haya querido llamar la atención, quizás porque él mismo piensa que la agrupación o el repertorio no tienen calidad para hacerlo por sí mismos.
El popurrit, ha vuelto a sonar bien, aunque después de las letras que lo han precedido, la acogida del público ha sido tibia, por no decir fría. A pesar de todo, han tenido suerte de no salir abucheados del escenario.
Cuando se pierden las formas, el estilo y el respeto, poco más hay que decir.