Día del Carnaval fraterno

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Muchas de estas peñas y asociaciones de vecinos
desarrollaban o desarrollan unos actos gastronómicos durante el
Carnaval. Los mejores han sido siempre los del segundo fin de semana de
la fiesta, hoy casi ilegal porque prácticamente no hay actos oficiales
y es un poco un Carnaval de tapadillo un déjalo ahí, pero que no
moleste.

Las peñas, sabedoras de la verdad de
Cádiz, detectaron que el segundo fin de semana del Carnaval la gente
estaba tiesa. Siempre se tiende el primer fin de semana a tirar la casa
por la ventana. A llegar a un bar y pedir hasta gambas y luego para
llegar al final de la fiesta es necesario, con disimulo, guardarse las
cabezas de las gambas en el bolso para hacer un fondito para el arroz
del viernes de Cuaresma, en el que como ustedes ya saben está prohibido
el consumo de carne.

Las peñas aplicaron la
lógica romana y dijeron si hay hambre en Cádiz, saciémosla y se
fundaron una serie de actos que consistían en actuaciones en tablao y
el desarrollo de una costumbre muy de pueblo pero aplicada a la ciudad
de los tres mil años de antigüedad. Si en los pueblos se practica la
cuchara y paso atrás. Aquí en Cádiz se practica el paso adelante para
coger la cuchará…es decir la cola gaditana, uno de los deportes en el
que Cádiz triunfa. Para cuando será disciplina olímpica guardar cola,
porque en este gran deporte aspiraríamos hasta a medalla de la Virgen
del Carmen, que además ahora tiene más valor porque será coronada.

Para
saciar el hambre surgieron en Cádiz tres eventos en los que se formaban
grandes colas: el frito gaditano de la peña La Estrella, los más
antiguos en esto de dar de comer al hambriento, la berza Payos y
Gitanos que organizaba la peña Nuestra Andalucía, ya desaparecida y
otra berza, la que organiza la asociación de vecinos de las Murallitas
de San Carlos que se ha celebrado unos años sí y otros no, dependiendo
de cómo estuviera la cosita.

A mi me gustaba
recorrer las berzas y el frito para preguntar por los kilos de chorizo
y de morcilla que llevaban, las cosas de los majaras del colesterol
como yo. Los peñistas siempre te enseñaban orgullosos los grandes
peroles humeantes que contenían el guiso. Aquello tenía y tiene cierto
toque cuartelero porque claro tú te veías las grandes ollas y la gente
en cola con los platos para recibir el rancho: el plato de berza, pan,
servilleta y una cerveza, todo de gañote, que ahí estaba y está la
clave de la cuestión.

Una de las cosas que
siempre me han llamado la atención es contemplar como a las diez de la
mañana ya hay gente puesta en las colas para coger un plato de berza o
un cartucho de pescao frito y las peñas, obligadas por la tensión de la
cola, a las once de la mañana ya están repartiendo y repartiendo. ¿Cómo
puede comerse un tío un plato de berza a las once de la mañana? piensa
uno para sus adentros. Yo siempre he pensado que la hora de la berza es
las tres de la tarde. La berza debe hacerse esperar. Hay que cogerla
con ganas porque es un deporte de fondo y requiere el máximo de hambre
y es las tres de la tarde cuando ésta se pone en su máximo expresión.

Pero
claro tú escuchabas al tío que se comía la berza a las once de la
mañana, mojando pan incluso y lo comprendía. Miré usted es que si no me
como la berza pronto, no llego al pescao frito.

¿Existe
por tanto un profesional del tenedor y la cuchara de plástico en Cádiz.
Un especialista en comer de gañote el segundo domingo de Carnaval? No
sé que lo estudie alguien. Qué haga un libro o un ensayo, que en Cádiz
se hacen pocos.

En cierta manera el segundo
domingo del Carnaval de Cádiz tiene algo de cuaresmal, para que no se
mosqueen los capillitas. Sería como el domund del tres por y cuatro y
aquí se da de comer al hambriento en una especie de Carnaval fraterno,
un preparar el cuerpo para la explosión del incienso. Deberían las
cofradías de animarse y organizar una pirulitada popular con un reparto
masivo de pirulís de la Habana y torrijas, me encantan las
torrijas…es más yo creo que la tengo permanente.

A
cambio los carnavaleros le cantaríamos una salve marinera al Resucitado
en el domingo de Resurrección, que es como el segundo domingo del
Carnaval, pero cuarenta días más palante. A ver que alguien del
Carnaval llame a Corbacho y le ofrezca un consenso.