Con el debido respeto

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A
fuera parte, digo lo de la antigüedad porque estoy notando en los
repertorios de este año, además de ser muchos de ellos muy malos, una
preocupante falta de respeto. Se recurre al insulto con una facilidad
pasmosa. En concreto me voy a referir a dos personas a las que creo que
se les ha maltratado sobre el escenario y no es el primer año, además.
Está también el colectivo de los capillitas, que también tienen razón
en que algunas agrupaciones resultan ofensivas con ellos y no es para
tanto…que ya tienen los pobres míos bastante con la maldición que les
ha caído con lo de la calle Nueva.

Pero me voy a referir a dos personas concretas,
porque cuando se pasa de colectivos a personas las cosas son mucho
peores. La gerente de la Fundación del Carnaval, Carmen Pastrana y la
alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, han recibido desde el escenario
coplas que en nada se referían a su gestión, sino que descaradamente y
sin ningún tipo de poblema (en el Carnaval de Cádiz nunca hay poblemas,
como en los chapús) se referían a su aspecto personal. Decirle a la
gente fea y cosas mucho peores me parece que no aportan nada. Yo estoy
en este colectivo, en el masculino me refiero (observen mi foto y
comprenderán que tengo méritos con esa cara de atún en manteca que se
me está poniendo para formar parte de la Asociación de Feos de Cádiz) y
por eso me siento especialmente solidario.

En los últimos años hay muchos colectivos con los que
ya no es correcto meterse. La palabra moro está prohibida y ya hasta a
los cangrejos de La Caleta hay que decirles cangrejos magrebíes para
que nadie se moleste. Los chistes sobre gente con problemas físicos
están muy mal vistos con razón y el observatorio continuo sobre la
mínima posibilidad de que una frase sea machista está en alerta
permanente. No me parece mal todo esto, aunque creo que estamos
llegando a cierta paranoia. Sin embargo, la falta de guapura sigue
estando dentro del catálogo de fenómenos cachondeables.

No voy a decir que ahora nadie haga chistes de feos o
de feas, que además son muy graciosos, pero eso no debe llevar a la
falta de respeto. Nadie, tenga el cargo que tenga y por muchos roces
que se tenga con ellos, tiene por qué ser insultado y menos con
referencias personales. Nadie merece que se le falte al respeto porque
los autores del Carnaval de Cádiz busquen una risa fácil del público
que aplaude hasta un peo (perdonen el olor). Hace falta más imaginación
y más calidad personal para criticar o cachondearse directamente de la
gestión de alguien pero en ningún momento entrar en el terreno personal
y privado de cada cual, porque todo el mundo, aunque sea un político o
un personaje público tiene su vida propia.

Frente a esta falta de imaginación de algunos
repertorios, a veces llegan verdaderas obras de filigrana de gracia o
de decir las cosas con elegancia, sin dejar a un lado la contudencia.
Joaquín Quiñones, el mejor letrista sin duda alguna de la historia del
Carnaval de Cádiz (sí soy de Quiñones, ¿qué pasa?), volvió a derramar
ayer ese tarro de las esencias que saca todos los años al menos dos
veces y cantó un duro pasodoble contra el artista flamenco Farruquito,
ya más famoso por su atropello y fuga que por su arte encima del
escenario. Lo hizo con tal elegancia que logró el aplauso más sonoro
que se ha escuchado este año en el teatro y demostrando que cuando hay
una buena letra, el público no está frío como el Fanta con hielo, sino
que es capaz de ser tan recofontarte como un caldito del puchero con
fideos.

Y no se quedó atrás el clásico de la nueva chirigota,
José Manuel Braza Benítez, El Sheriff, con su batallón de guardias
civiles sobre el escenario. El tipo, como el otro día le pasó al Selu,
era arriesgado y era fácil caer en el chiste grueso. Sin embargo, El
Sheriff, más que un cachondeo, hace un homenaje a la Guardia Civil y
hasta cantó un pasodoble en su defensa diciendo que las cosas han
cambiado y ya no hay que temer a los de verde, sino a los del color
tinto, que conducen los coches con grandes tajás.

La chirigota cantará, seguro, en unos pocos de
cuarteles y los guardiaciviles se reirán con sus ocurrencias. No es
mala cosa la de incluir en los repertorios, cuarto y octavo de respeto,
porque el cachondeo no es sinómino de faltarle a nadie. Qué antiguo me
estoy volviendo…si en dos días hasta voy a la sede del PP a firmar
contra el Estatú. Niño Jesús de Praga, ayúdame en este desierto.