OPINIÓN

VOCES

Por  2:53 h.

 

No negaré en estas líneas que, seguramente, en la actualidad la calidad vocal de los intérpretes de las coplas de Carnaval, en general, es superior a la había en décadas pasadas. Negarlo sería obviar la evidencia. Son chavales más preparados, se cuida más la afinación en todas las modalidades y los autores o directores se preocupan más de que sus repertorios sean bien defendidos.

Ahora bien, creo que no deberíamos dejar en el olvido las voces privilegiadas que tuvo nuestro Carnaval de antaño y que, todavía hoy, siguen dando lecciones de cómo hay que vivir esta fiesta. Y digo esto porque me sigo emocionando cada vez que escucho, como lo hice el pasado domingo, la voz de Manolo McGregor sobre las tablas. Muchos de los que ahora son los encargados de subir ‘por arribita’ tendrían que mirarse en el espejo de este coplero infatigable. Sería bueno que aprendieran muchas cosas de él a la hora de cantar, por ejemplo que no hay que chillar para hacer una bonita octavilla, o que no es necesario meterse con los gorgoritos en el siguiente verso del pasodoble para hacerse notar, amén por supuesto de fijarse en su humildad y saber estar después de tantos premios a sus espaldas. No nombraré a nadie para no ofender, pero ya querrían muchos de los que ahora creen que se salen del pellejo ser la mitad de lo que ha sido, es y será el gran McGregor de Cádiz.