OPINIÓN

Los ‘sin nombre’

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Los 'sin nombre'

Hay muchas cosas en esta vida que no se entienden hasta que no le pasan a uno mismo. Que te enfadan o duelen historias que para otros son tonterías. Eso más o menos ocurre con el Carnaval, un mundo donde se desenvuelven pasiones y decepciones que son quizá algo difíciles de entender si no formas parte del ?tinglao?. Si no te han involucrado lo suficiente y has reído o te has emocionado con tus compañeros de agrupación.

Esta mañana habrá más de uno decepcionado con el Concurso. Pensará que para qué habrá hecho tantos esfuerzos si el jurado siempre se fija en los mismos. Que otra vez pasan los ?nombres? a pesar de que han estado más flojos o no han arriesgado lo suficiente. Que su agrupación traía cosas nuevas al Falla y que no se ha valorado en absoluto porque su firma no es lo suficientemente conocida. Y que, por supuesto, será el último año que gaste ganas y dinero en esta locura. Que ya está bien de regalarle tiempo a los ensayos y quitárselo a sus hijos, novio, mujer, o amigos. Que no merece la pena. Pero, ya no hay vuelta atrás. Una vez que entras dicen que es difícil quitarse. Que la pena dura unos días y que desde la distancia se empiezan a colorear de nuevo los grises que oscurecieron ese sueño. La fiesta sigue y lo mejor está por venir. Cuando las coplas atraviesen las paredes del Gran Teatro y se cuelen por las calles, el veneno del tres por cuatro volverá a ?engañar? al que se ponga por delante. Valdrá la pena el haberse dejado engañar por ese amigo que te invitó al local de ensayo, los kilómetros de autobús, la de veces que tuviste que repetir esa cuarteta que no te salía o la vergüenza que pasaste la primera vez que subió el telón.

A los que no han pasado simplemente hay que darles las gracias. Sobre todo a aquellos que de verdad se esforzaron por dar lo mejor de sí. Porque sin afición y sin ganas no hay Concurso. Porque sin agrupaciones jóvenes y valientes la historia ya se hubiera dejado de contar hace mucho tiempo. Y darles las gracias también a esas mujeres que lo siguen intentando en un sistema que aunque cante a la libertad sigue atado a parámetros sociales que apuesta ante todo por la voz masculina porque sencillamente es la costumbre. Ellas también son Carnaval.