La idiosincrasia de la fiesta gaditana se ve reflejada año tras año en el carácter festivo y burlesco del concurso de coplas. La guasa, la emotividad, la ironía, incluso la crítica mordaz nacen de las entrañas de uno de los certámenes con más interés turístico a nivel internacional.
Sin duda, uno de los aspectos que con más frecuencia aparece en las letras de los poetas gaditanos son las críticas al Consistorio. Tras un reciente proceso de transición política, quizás el periodo legislativo del nuevo regente de la Alcaldía no haya sido suficiente como para desatar los reproches de los que afilan su pluma por febrero. Y es que durante veinte años de legislatura política de la anterior alcaldesa, Teófila Martínez, los autores no cesaron en sus detracciones hacia la primera edil. Aunque cierto es que la exdirigente comentó en cierta ocasión que, allá por sus inicios en la alcaldía, las críticas mostraban más interés por su aspecto de rubia montañesa y sus múltiples parecidos con ciertos personajes que en lo que a gestión política se refiere.
Es lo que ocurre con el actual alcalde, José María González ‘Kichi’, quien actualmente centra más la atención de los autores en diversas peculiaridades sobre su físico que en la propia labor de su equipo de Gobierno. Y eso a pesar de que en algunos mentideros populares ajenos al Carnaval se vislumbre tímidamente cierto descontento con la situación actual de la capital.
Esperemos que, pasado el periodo de reflexión y hecho balance, los trovadores del verso gaditano no caigan en la ambigüedad a la hora de lanzar sus dardos envenenados cuando la diana se encienda. No vaya a ser que algunas mentes politizadas no acierten en la dirección adecuada, y continúen como hasta ahora recalando sus críticas sobre una figura cuya gestión forma ya parte del pasado y sobre la que hoy día siguen recayendo los pespuntes de algunos versos.
Y es que a este Cádiz le siguen acuciando los desahucios, la infravivienda, el paro y el éxodo masivo de gente joven por la falta de empleo provocando el envejecimiento de la población. Y digo yo, ¿seremos capaces de cantarlo sobre las tablas cuando sea necesario?