Catalanes y el carnaval

Por  8:30 h.

De siempre los catalanes me han parecido un pueblo serio trabajador y moderno. Pensaba que en ellos primaba más todo aquello que significara un negocio antes que un disfrute banal de la vida. Creía que ellos se levantaban al alba y trabajaban hasta la noche, que sus únicas diversiones eran los castellets y el Barça. Que su vida era familiar y llena de valores humanos. Especulaba también que la cultura era uno de sus bienes, que el arte y la música eran bases de su educación y que el catalán era un pueblo tolerante y progresista. Llegué hasta imaginar que defendían la libertad, igualdad y fraternidad como el lema oficial de la República francesa.

 

Supuse muchas veces que los catalanes aspiraban a expandirse y unirse con el resto de los pueblos, que sus logros históricos habrían hecho recapacitar sus ideas separatistas y egocéntricas y que entendieron que todos somos hijos de una misma naturaleza, vivimos bajo el mismo cielo y respiramos el mismo aire en todo el planeta.

Pero me equivoqué, había un abismo entre aquello que imaginaba que era ese pueblo y en lo que se ha convertido. Muchos catalanes no son serios ni trabajadores ni modernos. Son cachondos mentales que se dedican a fastidiar a otros paisanos, sobre todo a otros catalanes que no piensen como ellos. He descubierto que no son tan trabajadores como imaginé. Hay muchos a quienes se les hacen los dedos huéspedes, es decir que llevan intrínsecamente en sus genes la corrupción y el saqueo sistemático de los recursos públicos de Cataluña.

 

Algunos que durante años han financiando ilegalmente la antigua Convergencia , los hay quienes no paran de cometer delitos de malversación y apropiación indebida con tráfico de influencias y blanqueo de capitales. Otros tantos que en sus grandes empresas catalanas operan con sedes o filiales en paraísos fiscales, otros que realizan contratos con la administración pública a su antojo y muchos que protegen a personas denunciadas por casos de corrupción ofreciéndoles puertas giratorias en su huida.

 

Que decepción. Dejen a los gaditanos tranquilos con su concurso de carnaval, es solo una sátira popular.