CARNAVAL DE CÁDIZ

Pseudocensura

Por  7:50 h.

La censura desapareció hace más de cuarenta años y las letras de los autores ya no sufren los tachones del descarnado lápiz rojo que emborronaba los repertorios. A priori, todo eso quedó atrás. El problema en pleno siglo XXI, es que solo lo parece. La libertad de expresión se encuentra amenazada desde diferentes frentes que coartan la posibilidad de decir lo que uno quiera, que es precisamente de lo que se trata.

 

Si hablas de los animales o te vistes de torero, los animalistas se lanzan sobre ti y van a degüello. Si hacemos algún comentario sobre la familia Borbón, nos podemos transformar en extremistas republicanos de un plumazo y ni que decir tiene, que si en algún cuplé nombramos a la Policía o a la Guardia Civil, se nos podría acusar de delitos contra el Estado y acabar por el mismo camino que aquellos titiriteros. También hay que andar con cuidado al tratar temas como el de tu mujer, suegra o prima porque te la juegas y tendrás que dar explicaciones a las feministas.

 

Junto a estos asuntos, debemos prestar mucha atención a no entrar en la temática de discriminación racial o sexual para no ofender de la misma forma a estos sectores, ni tampoco podemos tocar a Kichi ni a Podemos, ya que te conviertes en un facha de mucho cuidado en menos que canta un gallo. Si abordamos la memoria histórica seguro que los más conservadores te dirán que para qué mover el pasado y que eso no ayuda a cerrar las heridas. Terreno un tanto temerario es también el religioso donde un pasodoble a destiempo sobre una cofradía o la forma de cargar nos puede acarrear incluso la excomunión directa.

 

En el contexto actual, ni se te ocurra nombrar a Puigdemont y Junqueras o tendrás problemas con los separatistas catalanes que ya incluso amenazan con llevarnos al Tribunal Supremo. Lo que me preocupa es que todo esto va contra la esencia misma del Carnaval donde, hasta hace poco, se podía decir lo que te viniera en gana pero como ahora mismo la gente se la pisa con un papel de fumar, así con esta pseudocensura se encuentra uno delante de la pantalla del ordenador sin saber a qué escribirle.