Carnaval de Cádiz

El combate

Me encantaría decirle al Concurso cuatro cosas para que recuperara aquella energía que a tantos nos enganchó

Por  7:00 h.

A un lado del ring se sitúa el Concurso del Falla. Está tranquilo. Su poderío es inmenso, y se pavonea delante de sus miles de seguidores exhibiendo su fuerza. Y al otro lado de ese ring gaditano, el carnaval callejero. Tiene aspecto de blando, y su aspecto no invita a creer mucho en él. Visto así, el combate no va a tener color. Y el KO va a ser rapidísimo…

El Concurso llega tras 70 años entrenando. Y según dicen sus entrenadores –es decir, las televisiones, los periódicos, las entidades bancarias y demás apalancados– goza de una salud envidiable. Pero no se lo creen ni ellos. En el fondo, saben que mucha de su fuerza viene del dopaje. Está pudriéndose por dentro. Solo está quedándose en la fachada, en aparentar, en buscar rentabilidad económica, en lucir bonito ante la multinacional España, que en teoría le puede proporcionar muchos más combates el resto del año. Y él, que es un ingenuo, se lo ha creído. Se ha dejado llevar, y lo peor es que ahora ve gigantes donde solo hay molinos.

Y enfrente, el niño pobre. El callejero, que durante décadas estuvo reprimido y maltratado. El que tímidamente empezó a salir de su escondite en los años 80, sin más entrenadores que una vieja casapuerta, unas cómplices esquinas y el vino como única hormona permitida… Pero ahora está ahí. Mirando de tú a tú al ‘Todopoderoso’. Y sabiendo que tiene en sus manos unos golpes maestros; ilusión, frescura, espontaneidad, sencillez, calidad, y sobre todo, gaditanismo. A espuertas.

Está empezando el combate. Y ojalá yo pudiera pararlo. Me encantaría decirle al Concurso cuatro cosas para que recuperara aquella energía que a tantos nos enganchó. Pero tiene unos entrenadores egoístas a más no poder. Y el KO se está viendo venir. La calle está ganando la partida sin duda. Da gusto verla moverse. Y como está contagiando a los gaditanos, que en masa están desertando de aquel vigoroso muchacho que peleaba en los años 80 y 90. Allá él.

Todavía quedan asaltos, pero vamos a parar esta pelea. Que termine en tablas. No quiero ver a mi Concurso tirado en la lona sin poder levantarse. Yo no voy a tirar la toalla.