Un público que quiere ser jurado: las estrategias para ganarse a la afición

Cuatro autores analizan la influencia de los espectadores del Falla, que con su actuación intenta influir en el veredicto final

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Como en el circo de la antigua Roma, el pueblo adquiere un papel
protagonista en la batalla de las coplas del Gran Teatro Falla. El
aficionado que se acerca al templo de los ladrillos coloraos emite su
veredicto al término de cada letra, al final de cada actuación. Levanta
el pulgar hacia arriba en un gesto claro de entrega y satisfacción, o
asiste con indiferencia apoltronado con su butaca.

Ya no se mide la calidad de un comparsa o chirigota por los
aplausos. Eso es muy poco. Ahora son constantes los gritos desde
cualquier grada, los piropos, el repetir fragmentos del repertorio,
jalear a los componentes y, por supuesto, ponerse en pie cuando termina
la actuación.

El aficionado intenta influir en el jurado. ¿Lo consigue? La mayor
parte de los autores cree que no. No condiciona, «o al menos no
debería», se apresuran a decir. «Al final es la opinión de cinco
personas, aunque influyan muchos condicionantes más», señala el
cuartetero Ángel Gago. «Últimamente ha coincidido el gusto porque el
público puede llevar en volandas a alguna agrupación, pero gana porque
le gusta más al jurado», comenta José Guerrero Roldán Yuyu.

Luis Rivero es de la misma opinión y lo ilustra con un ejemplo
personal. «El año de Los hijos de la tierra, la comparsa de Martín El
revuelo cosechó muchos más aplausos, y nosotros quedamos segundos
mientras ellos no entraron en la final. Hay autores que por palmarés
mueven a más gente, algo que se nota entre el público, pero que luego
no se refleja al final». Discrepa de ellos Nandi Migueles, «porque todo
influye. Por eso yo siempre abogo por un jurado profesional, y no
amateur. Pero no siempre se consigue el efecto, porque si no los de El
Puerto siempre serían primer premio porque son los que más levantan al
público. Son tantas cosas…».

Entre ellas la prensa, según Rivero, «que ejerce su influencia
sobre el público, genera expectación. Además, últimamente es demasiado
partidista».

Migueles entiende que «se nota más en el corte de preliminares,
cuando pasan agrupaciones malas pero que han llevado a muchos
familiares que han caldeado el ambiente y subido su nivel». «Hay grupos
que llevan más gente al Teatro y eso se nota», confirma el comparsista.
«Y eso anima».

«Porque que el aficionado esté contigo te llena de moral», declara
Gago. «Al jurado no debe condicionar, pero sí al que actúa. No cantará
mejor, pero sí más a gusto», apunta Rivero. El Yuyu destaca que «hace
que uno termine más contento con su actuación», y en caso contrario,
está el del «pasado lunes, cuando el coro de Julio Pardo cantó tras el
descanso y había menos público. Parece que no conectas tanto, y eso nos
pasará hoy (por ayer) a nosotros», finaliza Nandi. «Al ver que el
público no responde, instintivamente uno se va viniendo abajo. Y hay
que mentalizarse para que eso no pase».

La influencia (en el jurado y en los componentes) puede ser mayor o
menor. Hay argumentos suficientes para aferrarse a cada suposición.
Pero es innegable que el público del Falla ya no sólo escucha.
Interactúa, y muestra constantemente su opinión. No sólo con carcajadas
y palmas, sino con gritos de campeones, campeones (como al Canijo,
Araka la Cana o Los pito-risas) y poniéndose en pie al final. «Ahora se
levantan mucho más», según Rivero. «Antes sólo con las punteras, y hoy
en día con casi todas, con cualquiera que ofrezca algo. Ha bajado la
exigencia», confiesa Gago, «y por eso no sirve como vara de medir».

«Se debe al fanatismo, porque para levantarse este año no ha habido
casi nada», comenta Migueles. «La comparsa se idolatra demasiado, sobre
todo en el Teatro».

Yuyu es el único que cree que no hay claves para conquistar al
público. Los demás saben cuáles son, aunque se niegan a utilizarlas de
forma demagógica. El corista dice que, «debido a este fanatismo, el
insulto a la prensa o al compañero es lo que logra el mayor efecto. La
prueba ha sido el tango de Los cañamaque a Onda Cádiz o el pasodoble de
Aragón a Martínez Ares. El odio y el morbo enseña a los niños como se
levanta el Teatro», parafraseando a su tango de anoche. «Hay pasodobles
que llegan al sentimiento más profundo. Es mucho más fácil escribir de
la pederastia que de Luther King, aunque la primera letra no valga
nada», ratifica Gago. «Ahí el aficionado debe ser inteligente y saber
distinguir», según Rivero. Otras estrategias son «cantar al borde del
foso, y es que hay componentes que tienen que pedir un taxi para volver
al escenario», bromea el cuartetero. «Y meter cada vez más sketches
entre copla y copla».

Hay algunas más, «porque al público se le puede dirigir», finaliza
Gago. Hay tácticas, claves, pero por fortuna el resultado no está
asegurado. Por ahora, prima el mejor repertorio… hasta el momento.

LUIS RIVERO – COMPARSA LA FACTORÍA

”La prensa es la que influye sobre el aficionado”

Luis Rivero no cree que «influya. Recuerdo que Los hijos de la tierra cosechó menos aplausos que El revuelo, con más aficionados, y al final quedamos mejor». Entiende que «es la prensa quien influye sobre el público, causando expectación y buena o mala predisposición». Reconoce que «ahora se levanta más, no sé si es bueno o malo. Es debido a esa obsesión, promovida por la prensa, de buscar el pelotazo», pero sí es positivo «para el que actúa, porque canta más a gusto, que no mejor». «Hay factores que influyen, como llevar a tu gente al Teatro o cantar letras que sabes que van a levantar más, pero el aficionado sabe distinguir2.

ÁNGEL GAGO – CUARTETO ESTA BOCA ES MÍA

”Ayuda más a los componentes, pues sube o baja la moral”

El cuartetero comenta que «influye más en los componentes, porque esas palmas te llenan de moral, pero al final queda la opinión de las cinco personas que componen el jurado». Lamenta que el público «ya se pone en pie con cualquier cosa, ha bajado el nivel de exigencia y por eso no sirve como referencia. Antes sólo tenía este gesto con las punteras». Hay varias claves para congraciarse con la afición. «Primero, si tienes a alguien en gallinero tocando palmas, te caldea el ambiente. También un pasodoble sobre la pederastia llega más que uno a Luther King. Cantar al borde del foso también influye. Y últimamente se están haciendo muchos sketches entre copla y copla».

JOSÉ GUERRERO ‘YUYU’ – CHIRICOTA AIR CON EL CARAIR…

”No hay claves para ganarse seguro el favor del público”

El Yuyu es el más tajante. «Cuando a la gente le gusta o no le gusta, nada más influye. Como mucho puede llevar en volandas a una agrupación, pero no condiciona al jurado». En cambio, sí que los componentes lo notan, «y si hay aplausos uno termina más contento con su actuación, ya lleves letras mejores o peores». Entiende que hay otras cosas más importantes como «las horas o la calidad de las funciones». También confiesa que «se ha perdido un poco la exigencia, porque antes el público sólo se levantaba con los pelotazos», y aunque haya claves para conseguir su favor, «al final todo depende del repertorio, y aún así nunca se sabe».

NANDI MIGUELES – CORO EL CORO DEL FUTURO

”Influye bastante, por eso pido un jurado profesional”

Al contrario que sus compañeros, está convencido de que «influye muchísimo, por eso siempre pido un jurado profesional, no amateur. Aún así, confío es que haya buenos vocales». Pero sobre todo afecta «a la actuación del grupo. Cuando las caras no son las esperadas, instintivamente te vas viniendo abajo y te tienes que mentalizar». Su influencia no es máxima «porque si no El Puerto siempre se llevaría el primer premio», pero sí importante. Cree que el público se levanta con mayor frecuencia «por el fanatismo, sobre todo con la comparsa». Y asegura que «las letras que levantan más pasión son las que insultan a la prensa y al compañero».