Sábado de Carnaval

El sábado me armé de valor, me puse una chaqueta al revés, un sombrero y me eché a la calle

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Una vez acabado el Concurso, hechas las pertinentes consideraciones sobre tal o cual premio que no debería haber sido como el Jurado decidió (por cierto, que este año ha habido pocas críticas a la labor tan delicada) y realizados los pequeños debates sobre si la Final ha ganado o perdido con el acortamiento que ha experimentado, la gente ha tomado la calle.
Lo primero que se celebra, Querido Aldonzo, es el pregón; que este año ha correspondido a un autor de renombre que lleva, por discrepancias, varios años retirado del Carnaval, pero sigue como autor de canciones de artistas de renombre como Pasión Vega  o Raphael. Después se elige a la Diosa en un trámite precioso y ya el sábado hay un carrusel de coros en el barrio de Lacave, que está en los extramuros y que es el núcleo poblacional con mayor densidad de Cádiz. Ya hace años que se viene celebrando dicho carrusel; en un principio fue un poco denostado por celebrarse a las afueras del casco antiguo y por organizarse para justo después de la Final, cuando los participantes en ella se acostaban tarde y no podrían asegurar su participación. Pero poco a poco va tomando entidad; y todos los que quieren que las fiestas se organicen en la puerta de su casa son felices.
El sábado me armé de valor, me puse una chaqueta del revés, un sombrero, unas gafas con nariz y me eché a la calle. Quise comprobar in situ lo que cuentan muchos de que el sábado de Carnaval se ha convertido en un macro botellón; y ¿sabes qué te digo? llevan razón. Pero bueno, si la sociedad, históricamente, en lo que más diversión ha encontrado siempre ha sido en el beber alcohol, trabajito nos va a costar cambiarlo. Y si eso es lo que nuestros jóvenes  vienen haciendo todos los fines de semana del año, no vamos a pretender que el día grande de Carnaval no lo hagan.
Hay que tener en cuenta que el Carnaval es la fiesta de la trasgresión y el libertinaje. Es la fiesta en la que el marido iba por un lado y la esposa por otro con su máscara y su disfraz y eso les permitía romper con lo cotidiano. Si viéramos los archivos de Santa Cruz (Los más importantes de Europa) y echáramos un vistazo a los natalicios de los siglos XVII y XVIII, comprobaríamos que el mayor número de nacimientos de esos años, se producían en noviembre; es decir, nueve meses después de Carnaval; y pocos de esos nacimientos se producían dentro del matrimonio.
Esta fiesta, en todo el mundo católico, siempre fue para pecar, no fue para ir por la calle entonando sentidos  motetes cogiditos de la mano. Lo que pasa es que, como siempre, depende de la educación que les hayamos dado a nuestros hijos; pero que en ningún caso daña al Carnaval porque, a partir del domingo, tenemos ocho días para hartarnos de escuchar coplas si sabemos movernos por Cádiz y damos con ellas.
Hay gente que no concibe una diversión sin hacer botellón; pero es de tontos ir a cantar, o escuchar coplas a un lugar que esté tomado por gente de ese tipo.
Así que, Aldonzo, yo tuve suerte el sábado: me tomé unas copas en un bar, escuché una chirigota, un romancero y cuando vi que la calle ya apestaba a meaos, me fui al hotel. Un abrazo.