Pena de Muerte

Cartas para Aldonzo

Por  0:00 h.
Anoche (y cuando digo anoche estoy hablando del jueves). Anoche, repito, amigo Aldonzo, se pidió en el Falla, a tres voces y con las venas del cuello a punto de estallar, la pena de muerte.
Yo no sé si es que el público del Falla se siente obligado a aplaudirlo todo, es que no se entera de nada o es que vivimos en un mundo equivocado en el que votamos a unos políticos para que nos hagan unas leyes que después no aceptamos; la cosa es que tenemos que tener en cuenta que aunque el Carnaval parezca una fiesta insustancial, las coplas que se cantan en el Concurso, no lo son; en ellas va reflejado el parecer del autor y el de los que cantan; por eso hay que tomárselas en serio. Que una cosa es que en un piropo un grupo declare que «muere por Cádiz», que sabemos que eso no deja de ser una figura retórica para reforzar unos versos y que, por Cádiz, es difícil encontrar a alguien que, siquiera, coja un resfriado, y otra muy distinta es que alguien exponga su criterio sobre lo que concierne a cómo se desarrolla nuestro modo de vida.
No quiero asegurar que todo el teatro aplaudiera; imagino que habría gente que, como nosotros, se siente orgullosa de vivir en un país que, aunque todavía tenga carencias en muchos órdenes de la vida, en eso da lecciones y la pena de muerte hace tiempo que, afortunadamente, desapareció de nuestro Código Penal. Pero todavía, para vergüenza de una ciudad que presume de culta, liberal y no sé cuántas cosas más, se escucharon las suficientes palmas como para sentir un escalofrío amargo.
Mi querido Aldonzo, a pesar de que te he confesado que aquí me siento muy a gusto y que es una ciudad en la que no me importaría de vivir, anoche, en el Falla, me alegré una cosita mala de no ser gaditano: el ver a las ninfas (que aspiran a representar «a la mujer gaditana»), aplaudiendo en su palco a algo tan inhumano como es el quitarle la vida a alguien, «me cortó el punto» (como se dice por aquí), y me tuve que ir a la barra a «entonarme» de nuevo con un cubatita. Una vez bebido intenté olvidarlo. Ya en un vídeo de una Final que me regalaron hace tiempo y con el que me aficioné al Carnaval, sale una comparsa también pidiendo la pena de muerte; comparsa que, para más inri, fue premiada con el primero; pero pensé que el tiempo habría hecho alguna mella en los gaditanos.
Gran error: anoche comprobé que desde el 92 a hoy, Cádiz ha evolucionado poco y todavía sigue pensando en que esa forma de condena solucionaría algún problema, cuando la Historia ha demostrado todo lo contrario; y que, además, ha puesto en evidencia que quienes defienden ese castigo sólo buscan eso, el castigo; no persiguen fines más loables sino que se conforman con ponerse al altura del asesino: tú matas, yo mato. Compañero, perdona si la crónica de hoy es algo angustiosa, pero anoche salí con el ánimo y el ánima por los suelos y necesitaba descargar sobre ti al menos la mitad. Tú hubieras hecho lo mismo; al fin y al cabo eso es la amistad ¿No?
No te preocupes, ahora estaré dos o tres días contándote sólo cosas divertidas.
Un abrazo de tu casi hermano Quirce.