Los que están para el arrastre

Carnaval

Por  12:34 h.

Con la palabra ‘arrastre’ podríamos estar hablando del desgaste que, a estas alturas de concurso, sufre  todo aquel que circula por el Falla. Lo más paradójico es que ese cansancio es inversamente proporcional, al menos en teoría, a la calidad de las coplas, con lo que éstas se afrontan con menos reflejos.
Pero aquí, cuando hablamos de ‘arrastre’ lo hacemos de esa parte del repertorio que se repite, en el mejor de los casos, desde clasificatorias hasta la final. Es decir, presentación, estribillo y popurrí, además del tipo, también puntuable. Muchos la descuidan, cuando, si no cuantitativamente, sí cualitativamente son de vital importancia.
Una buena presentación ‘deja en situación’ al público para el plato fuerte de coros o comparsas. Es un factor que han tenido en cuenta los de Fali Pastrana, que arranca su actuación con un tango argentino en el que el propio Pastrana se reserva un solo. Un perfecto aperitivo para saborear a fondo un buen tango, en este caso de Carnaval.
La inclusión de nuevas instrumentaciones supone un valor añadido: del contrabajo se ha llegado al acordeón, o al bajo eléctrico de Los santos, que endulza un sabor a veces no advertido ‘a simple oído’.
El excesivo virtuosismo o la búsqueda de la originalidad puede tener contraindicaciones. Dificulta seguir con atención el discurso, como en ocasiones ocurre con Aragón, o choca ante una propuesta que gana con sucesivas escuchas, como la de los Boludos de Rivero.
El estribillo, siendo también un elemento constante, suele limitarse a un pequeño acento, una tilde a la misma altura del tipo.  El esfuerzo en cuidar su imagen de Las reinas del Pópulo, la Sosación de dirertores o los prehistóricos de Tovar se agradece, y no es en ningún maquillaje de otros defectos.
Respiro al mal trago
Los mejores estribillos suelen estar en chirigotas, al menos los más ocurrentes. Las comparsas prefieren ‘desahogarse’ armónicamente tras el mal trago de los cuplés. De este ‘trance’ se salvan destellos como los de Tino , en lo lírico, o Antonio Martín, en su ‘gaditanía’.
Hay quien reclama que se suprima el popurrí en preliminares. O para siempre. Otros han hecho de él una verdadera joya, de efectos fulminantes. El ejemplo palmario en esta edición es el de los de El Puerto.  Las bodas de oro de la comparsa han sido el hilo conductor para Los Majaras, y bien que les ha servido: la catarsis con que noquean al patio de butacas será recordada durante un tiempo.
Otro de los popurrís que dan un punto de calidad añadido a la agrupación que lo canta es el de Vera Luque. Su lograda ‘conga del polígrafo’ entronca con la de Los trasnochadores de Bienvenido, y las dos beben a su vez del atrevimiento original de las agrupaciones callejeras.
Hablando de ‘ilegales’, la idea de que el popurrí es una parte del repertorio es inamovible choca con el aportado por el coro de Nandi Migueles, que homenajea al Carnaval de la calle y ha ido cambiando las coplillas que alberga en su interior.
Los que en parte van siguiendo el camino contrario son los cuartetos. La dificultad de armar cuatro ‘temas libres’ de la egregia calidad ha hecho que algunos, como el de Algeciras, vuelvan a recuperar un popurrí que se repite pase tras pase.
Otra variante son los ‘grandes éxitos’ de temas libres anteriores. Ya se pudo comprobar en la Final del año pasado, y acarrea la dificultad de encajar el puzzle diferentes historias. ‘Las del pavo’ ya lo hacían el lunes en su paso por semifinales, combinando golpes de clasificatoria y cuartos, conscientes quizás de que aquí terminaba su más que esperanzador periplo cara al futuro.