Los pestiños triunfan tras hacerse de rogar

El primer acto previo logra incrementar la presencia de público

Por  16:32 h.
Los pestiños triunfan tras hacerse de rogar

El número más gaditano que existe: el doce, pero con tres ceros detrás. Esa fue la cantidad de pestiños que se degustaron anoche en la primera víspera carnavalesca. Quizás porque este año fue más tardía que nunca, Pestiñada organizada por la peña Los Dedocrátas, en su XXIII edición, logró más asistencia de público que en años precedentes.

La cifra de dulces engullidos, esas 12.000 piezas de masa y miel, fueron insuficientes para saciar las ganas del público de iniciar su temporada oficial de comidas de gañote. Hubo más público y más expectación que las tres últimas citas. El retraso le sienta bien al Carnaval, multiplica el apetito. También el de coplas. Y es que los populares dulces navideños fueron los protagonistas absolutos de la Plaza de San Francisco. A falta de grandes agrupaciones sobre las tablas de San Francisco, el personal se conformó con la comida y la celebración de la llegada de la fiesta. Los jóvenes, pertrechados de bocadillos, fueron grupo mayoritario entre los congregados.

Momentos antes de que comenzara el reparto del meloso elemento ya había una interesante cola que se internaba hacia el callejón del Tinte. El reloj pasaba las 21.30 horas cuando los primeros acordes de Carnaval comenzaron a sonar. La desbandada hacia la barra, ocasionada por el reparto de pestiños, se fue supliendo con sujetos de dedos pringosos que mostraron interés, el justo, por la primera agrupación de la noche. El coro juvenil Asante Sana tuvo el honor de inaugurar los micrófonos.

Por el tablao estaba previsto que pasaran también el coro de Sevilla Café Teatro Alameda y las comparsas Mar de Amores (Marbella) y El Principito (San Fernando). Además de otro coro de cantera, Cuaderno de a bordo. No se apuntó ni una agrupación puntera.

La plaza y su entorno se llenaron. No hubo que lamentar incidentes hasta las 23.30 horas. La fiesta, según anunció el presentador, Salvador Fernández Miró, debía extinguirse al llegar la madrugada. Los actos previos carnavalescos quedaron abiertos con una noche en la que la broma de comer pestiños por la cercanía de la Navidad fue menos real que nunca. Ya pasó un mes.