Los figurantes de la generación 2.0

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Ya se sabe que todo aquel que pasa por el escenario del Falla está expuesto a ser observado, ya no sólo por los espectadores del teatro sino por los ojos multiplicadores de los medios. Todos lo saben, y es un factor hace que muchos antepongan ese afán de celebridad a la calidad en lo que aportan al concurso.
Más allá de los comparsistas, esta vocación se hace más palpable en el ‘subgénero’ de los figurantes. El sábado la chirigota de El Puerto se colaba por la puerta de atrás del Falla con no menos de 50 acompañantes, uno de ellos en calzoncillos y chanclas. Nada más. Arrastraban toda clase de artilugios inservibles, más propios de un rastrillo de domingo que de un cuidado atrezo.
Figurantes los ha habido con gracia. Cada vez menos. Ahora la historia es distinta: lo que se persigue es colgar luego en el Tuenti, o en cualquier otra onda expansiva de Internet, alguna foto que luego sirva de escaparate exhibicionista.
Los carteles persuasivos de los pasillos de los camerinos no son suficientes para ellos.  Es más, seguro que más de uno se pensaría en pasar por ese ridículo si no fuera por enseñar luego a sus amigos cibernéticos la prueba del delito. «Yo estuve allí», presumirán. Pero para eso, colega, mejor no estar…