CARNAVAL 2017

«Lo pasé muy mal, pero con Los Carapapa he cumplido mi sueño»

El cantaor Guillermo Cano cuenta su historia para cantar en el Falla tras su marcha de las comparsas de Martínez Ares y Juan Carlos Aragón

Por  18:31 h.
«Lo pasé muy mal, pero con Los Carapapa he cumplido mi sueño»

Guillermo Cano es un maestro del flamenco. Un cantaor onubense premiado en el prestigioso Festival de Cante de las Minas de la Unión y en el Concurso de Cante Jondo de Antonio Mairena… Con cuatro discos a sus espaldas en 16 años de profesión y un timbre añejo que rescata la raíz de este arte y recuerda a sus ancestros. Reconocimiento absoluto de una crítica exigente.

Una eminencia en su entorno, que suena con fuerza en esta isla que sigue siendo Cádiz cuando a un mes de que comience el pasado concurso Antonio Martínez Ares decide sacarlo de su comparsa Los Cobardes. Cambio de cromos con El Piojo que acaba con el sueño de este aficionado al Carnaval de pisar las tablas del Gran Teatro Falla. La historia es tan canalla a veces que repite las desgracias y Cano vive una situación similar aunque menos traumática este verano con el grupo de Juan Carlos Aragón. Su garganta, que no la suerte, le ha permitido cumplir ese deseo que se antojaba quimérico la pasada noche del martes junto a los hermanos Carapapa.

Al margen de polémicas, Guillermo Cano se hace un hueco entre las voces más distinguidas de esta fiesta en la que es mucho más difícil entrar que salir, como pudo comprobar. Y tiene una historia que contar.

-¿Quién es Guillermo Cano?

-En este ámbito, un amante del Carnaval. Me enamoré cuando era joven, con una visita de Los miserables a mi pueblo (Bollullos del Condado). Me apasioné con este discurso al escuchar a Fernandi. No tenía criterio para distinguir otra cosa, me fijaba sobre todo en las voces de los grandes como Chupa, Carli, Caracol…

-Posee un enorme prestigio dentro del mundo del flamenco, ¿por qué da el salto al Carnaval?

-Empecé con el flamenco a los 30 años, a una edad tardía. En unos días pasé de estar pintando en interiores a grabar un disco tras el éxito en el Festival de Cante de las Minas. Pero con 16 años de profesional entendí que se acababa un ciclo, no había ilusión ni ganas. Como artista me muevo por sensaciones, buscando ser feliz con lo que hago. Di por concluida mi carrera como cantaor y fue madurando tanto esta idea que me ilusioné. Cádiz llevaba años llamándome, pues colaboré en el pregón de Martínez Ares y Jesús Bienvenido ha participado en la composición de mis canciones. Y encontré esas buenas sensaciones de la mano del Carnaval.

-Sorprende porque el flamenco tiene mayor prestigio que el Carnaval.

-Toda labor depende de la valoración del que la ejerce, y a mí me ha aportado una felicidad grandísima. Es un sueño cumplido, y estoy contento porque hago lo que realmente quiero.

-La polémica saltaba hace poco más de un año, cuando Martínez Ares lo ‘despide’ de su comparsa a un mes del comienzo del concurso.

-No hay polémica. Tuve una prueba con ellos que la exigí yo mismo para garantizar que todos estábamos contentos. Abandono lo que hago, me vengo a vivir a Cádiz, dejo a mi familia en Huelva y me vuelco con ello porque no entiendo hacer las cosas de otra manera, sin dejarlo todo. Pero a 30 días del inicio el autor toma esa decisión. Se podía haber hecho de otra forma. Pasarme a la cuerda de tenores, porque yo sólo quiero ser uno más, no vengo a destronar a nadie… o tener a uno más en el grupo. Pero no hubo manera.

-¿Malos momentos?

-Lo pasé muy mal porque es una situación desagradable, ya que cumplía el sueño de mi vida con el autor que me enamoró. Es una experiencia inexplicable, pero el pasado deja de formar parte de una vida que sólo entiende de presente.

-Y repite la experiencia con Juan Carlos Aragón.

-Igual. Después de lo sufrido, me da la palabra de que no ocurrirá lo mismo pero eso dura 15 días.

-¿Cómo valoró el pasado Concurso ya como simple aficionado?

-Era muy difícil porque estaba afectado por diferentes juicios emocionales. Casi que no lo escuché. Me gustaron otras agrupaciones más que Los Cobardes, como Antonio Martín, Los Chatarras y Los Camellos. También el soniquete de Los doce. El Martínez Ares que todos esperábamos no volvió, pero el premio queda a juicio del jurado.

-Por suerte ha podido cumplir su sueño con La Azotea.

-Sí. Empecé con el mini grupo de Los Carapapa pero salió el Cateto y se presentó la oportunidad. Claro que existía el temor de que ocurriera otra vez, pero al final todo lo que pasa es por algo. Mi pretensión es ser uno más.

-¿Cómo lleva las críticas?

-Cada uno puede decir lo que quiera, pero uno debe ser listo y saber a quién tiene que escuchar. Los gustos son relativos, y en las redes sociales todos dan su opinión, pero no deben servir para faltar al respeto ni humillar para hacer daño. Es innecesario. Aún así, en estos días ando desconectado y me baso en el criterio del grupo, los autores y el mío propio.

-¿Cuál es su autor favorito, al margen de la comparsa en la que sale?

-Me gustan todos y no soy partidario de uno en concreto. Me encantó el toque flamenco de Las verdades del barquero, Las locuras de Martín Burton, Los Muñecos, Los Millonarios, Doremifasoleando, El Espíritu de Cádiz… Eso sí, sobre todo soy comparsista.

-¿Piensa estar muchos años en el Carnaval?

-En principio quiero vivir este año al máximo, valorar la experiencia desde el primer día en que se empieza a ensayar, masticando cada momento, y luego habrá que valorarlo. La idea es seguir siendo feliz.

-Ha cantado en cientos de escenarios, tablaos y teatros. ¿Qué tiene el Falla?

-Es otra cosa, por muchas tablas que hayas pisado. Es una emoción diferente el sentir como acoge el aficionado una obra que has montado en cuatro meses.

-¿Qué relación percibe entre el Carnaval y el flamenco?

-El Carnaval siempre ha sido muy flamenco, aunque ahora se ha vuelto más cómodo, más cantable. Hoy a las comparsas se las pueden imitar pero a los grupos de antes no hay manera. Pero como se escribe aquí, la pluma de Cádiz…

-¿Qué le pide a este Concurso?

-Que la agrupación guste a sus seguidores, que mejore el año anterior. Cuando uno va a concursar, quiere ganar, pero mi misión está cumplida.