Carrusel de coros

La ilegalidad que desafía al rey

Cada vez más aficionados acuden a la calle buscando chirigotas, en detrimento del coro

Por  14:17 h.
La ilegalidad que desafía al rey

Hay monarquías que no duran toda la vida. Casi ninguna de hecho. Y hay un monarca gaditano que ve peligrar su reinado año tras año, que nota cómo le van cercando y que teme acabar en la guillotina. Y nos referimos al coro de finales de los año 70. O sí, porque el monarca que ve su trono tambalearse no es otro que el coro. Pese que Julio Pardo insista en que sigue siendo el rey, la actitud del plebeyo aficionado parece decir lo contrario… Habrá que darle una sesión de coroterapia a los miles de gaditanos, que, como ayer, llenaron el centro de la ciudad.

Los carruseles comenzaron ayer con su habitual puntualidad. El chaparrón que cayó sobre las 8 horas de la mañana hizo temer que los tres recorridos de coros pudieran verse afectados. Nada más lejos de la realidad. El día lució más que primaveral y los carnavaleros pudieron enfundarse sus tradicionales gafas de sol de Domingo de coros. Como se ha instituido como tradición, hubo tres recorridos en el carrusel. El primer recorrido partía de la Plaza Cristo de la Vera Cruz y pasaba por Isabel la Católica, Antonio López, Plaza de Mina, Tinte y la plaza de San Francisco. El segundo carrusel es el que hace el recorrido más tradicional, y es el que, saliendo de la calle Alcalá Galiano (Londres) recorre el Mercado. A estos se une el carrusel de la Asociación de Coristas ‘El cañón’, cuyo recorrido era Arco de Garaicoechea, Libertad, plaza de las Flores, Barrié,  Cánovas del Castillo, Sagasta, San Pedro, Beato Diego José de Cádiz, San Francisco, Cristóbal Colón,  Avda. Ramón de Carranza, Sánchez Barcaiztequi, plaza de Mendizábal, calle Rosario y la plaza del Cañón. Es decir, que desde la plaza de Mina hacia San Juan de Dios, era difícil no encontrar un coro. Gracias a Dios.

 
La gran dispersión de las bateas hizo que, un año más, se dejaran atrás la imagen de grandes concentraciones de espectadores a la caza de los mejores tangos y estribillos. En el mercado podía pasarse cerca de los mejores coros sin peligro de acabar aplastado por la marabunta. Eso sí, como todo en la vida, había clases. No era lo mismo pasar cerca del coro de los niños que cerca de alguno que no hubiera superado los cuartos de final. Sin embargo, la imagen cambiaba en algunos puntos del recorrido. No por mucho repetirlo sobra: si ver al coro de Faly Pastrana en la esquina del Cañón sobrecoge por fuerza, intensidad y emoción, también lo hace ver las bateas con coros infantiles y juveniles en la calle Ancha sin apenas espectadores.

Resto de agrupaciones

Pero además de la dispersión, los coros se enfrentan al enemigo de las ilegales, que copan las calles aledañas de su recorrido. En Rosario, San Francisco, Sagasta, Barrié, Columela, Mercado, Torre Tavira… podía verse a cientos de aficionados en busca de la copla callejera. «Es que los coros ya nos los sabemos de la televisión», comentaba una aficionada, «es que luego no encuentras a las ilegales en youtube», replicaba otro.

Pero no sólo la reina es la agrupación ilegal. Las que participan en el Concurso tienen una legión de seguidores fieles que les siguen allá adónde van. En la esquina de San Miguel con Gaspar del Pino pudo disfrutarse de los sones viñeros de Manolito Santander, cuyos cazadores resultaron cazados por el cariño del público cuando comenzaron a cantar ‘Me han dicho que el amarillo’. En el mismo sitio (pero no a la misma hora) sobrevolaron los vampiros del Love y el Cabra.
Pero si alguien consiguió un lleno absoluto en el domingo que sigue siendo de coros fue Juan, acompañado por los miembros de la chirigota del Selu. A las 14 horas actuaban en las escaleras del Oratorio, lo que provocó que se desbordara la esquina de San José y Sagasta. Gaditanos y foráneos fueron a acompañar a ‘Si me pongo pesao, me lo dices’, que dejó con ganas de más pese a que lo dieron todo. También estuvo a reventar la plaza de la Candelaria, donde se celebraba el  XXXIII Festival de comparsas ‘Paco Alba’, que atrajo a cientos de aficionados. Uno de los ilustres aficionados que allí se dio cita fue el alcalde, José María González, disfrazado de moro (los hipersensibles sabrán de lo absurdo que sería decir disfrazado de musulmán, cuando una religión no conoce atuendo). En la  plaza se pudo disfrutar de la actuación de  ‘El creador’, ‘Los camellos’, ‘¡Cazafantasmas!’, ‘Los doce’, ‘Los libreros’, ‘Los chatarra’, ‘El capitán Babucha’, ‘Los invencibles’, ‘Un país llamado Cádiz’, ‘Las historias del viejo’, ‘Un fallo lo tiene cualquiera’, ‘El ministerio de la esquina’, ‘Los arqueros’, ‘El malo del cuento’, ‘Los irresistibles’, ‘Trabajo de comparsista’ y ‘El circo de los payasos’. Y entre las calles, bien visible y con un público fiel, no dejó de escucharse a ‘OBDC! La vida es bella’. Hoy los coros tendrán que volver a luchar por su reinado e invocar, para conservarlo, a Nubis, Orus, Sobek y Thot. O mejor, a su alteza la falseta.