quema del dios momo

El texto íntegro del pregón de Tino Tovar para el Carnaval de Cádiz 2014

El comparsista Tino Tovar cierra simbólicamente con el fuego este Carnaval acompañado por comparsas, romanceros, cuartetos y chirigotas. Además, Manu Sánchez también ha estado presente en el espectácu

Por  22:41 h.

EN OFF: Pero quien nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la calle de La Palma, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo.

Buenas noches trimilenaria ciudad de mis anhelos,

bendito tu fuego y bendita esta hora de fiebre sonora

en la que yo, dios Momo,

me mezo en tu nombre

y te entrego la salada claridad de esta canción de Cádiz

que mía no es sino tuya,

canción de coplas furtivas,

de coplas errantes,

de coplas que en ti viven

como ese fuego puntual que me aguarda

al que yo no echaré

ni uno solo de los besos que me diste.

Dejame que esta noche

Te pregone en prosa y verso

Y no es arrogancia, lo prometo

Es mi manera de rendir homenaje

Desde Cádiz hasta el cielo

Al último poeta

Pedro Romero

Canción de Cádiz que yo te traigo

canción de espuma y de oleaje,

canción sin brida que se desborda,

canción sin nombre que a ti te nombra,

canción que besa tus atalayas,

que callejea por tus rincones,

canción del aire fino y sin bruma,

canción de besos que se reparten,

canción que mía no es, sino tuya.

Tuya y de nadie esta canción de Cádiz que yo te entrego,

que yo esparzo por esta noche de humo y ceniza,

canción que vibra en los labios,

en el tiempo detenida,

mirándose en los suspiros,

surtidora de esperanza,

en libertad sin duda,

canción de ayer y de ahora

que mía no es, sino tuya

La deidad que represento

se pierde por callejones

buscando la copla eterna

para salvarla del fuego.

Yo soy la canción de Cádiz,

Colorete a la lumbre

con el que enjugar el llanto

de un tiempo de incertidumbre.

Yo soy la canción de Cádiz

el fuego de la añoranza,

la impaciencia de colmarte con versos de madrugada,

de adjetivarte y cantarte,

de contarte una por una mis penas y mis batallas

Yo soy la canción de Cádiz,

la que me trajo hasta aquí,

la que me lleva en volandas,

la de aquel eterno brujo que dio cuerda a la comparsa,

Traigo las coplas conmigo,

el viento que las difunde,

que las arrastra cual hojas

por este febrero que me confunde.

Soy el viajero del tiempo,

el eco de tus mañanas,

hechicero y trashumante,

poeta de verso sencillo,

caminante de tu huella,

de tus barrios y de tus lunas,

con mi canción en los labios

que mía no es, sino tuya.

Aquí me ves cual Dios Momo,

Dios de la risa y la burla

cuyo destino es el fuego,

hijo irredento de la noche y del sueño,

del festín y la alegría,

cual Baco de la Caleta

contemplo tu media tarde,

tu sinfonía perpetua,

tu fogata interminable,

y me prendo a tus mareas,

que en tu equipaje se arrullan

y alzo canciones al vuelo,

que no son mías,

que son tuyas

Yo te abrazo

oh mar de Cádiz,

y no hay prodigio

más cierto que posarme en tu regazo,

oh madre de Occidente,

madre de todas mis lunas,

madre de todos mis ecos,

yo te abrazo

ciudad mía,

que mi infancia cobijaste,

y te entrego mi canción.

Yo te abrazo,

ciudad eterna,

y te sufro en la agonía de la creación imposible

cuando la musa no quiere,

cuando la musa no viene,

cuando la musa es un sueño desoyendo mis plegarias

y en el pecho se me clava

el filo de sus silencios.

Yo la invoco y la reclamo,

sedente la estoy llamando

y ella no acude a la cita

ella no quiere conmigo,

y los versos no me llegan

y la comparsa que busco

parece un barco varado

en las aguas de una ausencia.

Y se me enreda el silencio en la vereda del canto,

y yerran en las pupilas las cuerdas de mi guitarra

y no encuentro las palabras,

el modo de conducirlas,

de hacer sonar las campanas,

las auroras, los acordes,

la verdad del sentimiento,

la hora precisa del verso

que se despierta de pronto y se convierte en canción.

Pero ¿A dónde van las musas,

tan amorosas y esquivas,

tan fugitivas y ausentes,

en esas noches en vela,

de palabras que no hallé,

de sentimientos perdidos,

a dónde irán esas musas,

esas canciones sin eco

que no encontraron

la forma ni la manera ni el modo?

Cuando ningún verso se ofrece

y muere la tentativa

de convertirme en canciones,

dibujando tu retrato

de vieja dama fenicia

en los espejos del tiempo,

y en cada estación fijando

la huella del perfumista,

el cielo de tus pasiones,

la coda del ciudadano que sufre las injusticias

o ese volver a empezar que recompone y ordena,

que traza la melodía de un sueño de Carnaval.

Tanto buscarse por dentro,

tanto invocar a las musas

que de la ausencia hice canto

y la copla gaditana echó a volar de repente,

y me bebí las estrellas

para repartir canciones

que mías no son sino tuyas,

canciones y más canciones

que alguien silbó de repente,

que alguien tomó entre las manos

como se toman los sueños,

como se toma la vida,

como se toma el recuerdo

que cada uno cincela a imagen y semejanza.

Yo te abrazo

oh ciudad eterna,

y te sufro en la agonía de la creación imposible,

hecha de yunque y martillo,

también de caricia y seda,

de eterna canción de Cádiz,

que será tuya y no mía,

de tus calles, de tus gentes,

de tu son y tu alegría,

de tu cadencia infinita,

de tus alas y tus olas

y tu verdad tan profunda.

A este Dios Momo le queda muy poco para ser consumido por el fuego.

Pero antes que me lleven las llamas y con ellas se vaya el Carnaval

tengo la aspiración de salvar la copla verdadera,

la canción de Cádiz, la que merece la pena,

la que ni se compra ni se vende,

copla de todos los días, copla de todos los sueños,

copla que ronda tus labios,

que se te queda prendida del alma y del sentimiento,

copla de ayer y de ahora.

Y de la canción de Cádiz verdadera,

quisiera hablaros el pregonero

antes del fuego que se llevará consigo todo lo malo

para dejarnos lo bueno.

La primera canción que quiero salvar

es la canción que suena en la voz de una mujer.

¿Cuantas letras no habrá habido que se han sustentando en el más burdo machismo? Cuentan que yo mismo, dios Momo, fui mujer en otra vida.

No hay canción de Cádiz,

digna de tal nombre,

que no quiera arroparse en la voz de una mujer

que derrama los ríos de su canto y de su leche fecunda.

Óyeme, Cádiz, y óyela,

esa canción que llega, que acaricia, que es torbellino y querer

,que es ternura y brisa sonora,

canción de Cádiz con alma de mujer.

Y antes que todo acabe

Quiero hablarle de ellos

De los que cantan la canción

De mi familia de febrero

Sin ellos no soy nada

Con ellos nada me da miedo

De mono, de marciano o de juana

De esta canción, o ciudadano zero

Permítanme la licencia

Que quisiera dirigirme a ellos

Gracias por todo? no saben ustedes

cuanto les debo.

EPÍLOGO

Sólo vive lo que arde.

Ya lo dijo el poeta.

Perseguimos el sueño al contemplar el fuego

palpitante y secreto,

el fuego de una idea,

el fuego de una estrella,

el fuego de un deseo.

Alabado sea el fuego que vive en las letras,

porque sólo vive lo que arde,

ya lo dijo el poeta.

Que el amor te preserve

y que el fuego te guarde

y te sea muy leve el viento venidero

la cuaresma que ya late.

Cuaresma que te veo

Soy el fuego y a él me entrego,

como entregué mis canciones,

las que quise, las que anduve,

las que dibujé en tu nombre,

las que refugié en tu lumbre y te susurré al oído,

dama de todas mis noches.

Sólo vive lo que arde,

ya lo dijo el poeta,

y este Dios Momo repite

antes de irse a la hoguera

y te digo de nuevo

que tuyo es lo que escribo,

que sólo a ti te las canto,

ciudad de mi infancia y de mis hijos

ciudad que me dio la vida,

¡Cádiz me quemo contigo!