Arriba carnaval mix

El carrusel de coros congregó a turistas y familias en el experimento carnavalesco de la fiesta en julio

Por  10:01 h.

Cádiz siempre sorprende al visitante. Aunque puede ser para bien o para mal. Y, a juzgar por los ojos atónitos y las sonrisas de oreja a oreja, lo de anoche gustó. La cara de «pero qué graciosos son los carnavales de Cádiz» delataba al turista encantado de escuchar las letras del carrusel de coros del verano. Ese experimento, macerado ya con cinco estíos, sumó anoche su sexta convocatoria de disfraces tuneados para el calor, tangos y bateas.
Aunque lo que se vivió a partir de las diez de la noche, con mucho retraso, fue diferente a lo de años anteriores. Por las calles del centro se experimentó una extraña simbiosis. Tras el pistoletazo de salida del viernes, ayer fue la segunda jornada de carnaval improvisado -sin guión ni tablaos, con público moderado pero pocas agrupaciones – y carrusel de coros -controlado, con horario, aunque ayer no se cumpliera del todo, itinerario y número de participantes prefijado-. Una mezcla de orden organizado por el Ayuntamiento de Cádiz y entropía en la que no se sabe quién benefició a quién.
Lo cierto es que el recorrido de las bateas fue seguido por mucho público que se acercó hasta las aceras-orillas con ganas de escuchar tangos sazonados por rachas de Levante. Ganas de Carnaval, pero eso sí, controlado. Nada de bullas, empujones o grandes aglomeraciones. El recorrido del carrusel -que empezó en Plocia para seguir por San Juan de Dios, Pelota y Catedral- parecía trazado con tiralíneas.
Diversión moderada
Mucho orden que dejaba claro a los coristas que el público de anoche poco o nada tiene que ver con el de un Domingo de Coros. El carrusel realizó su vuelta por los alrededores del Ayuntamiento como si de una procesión ‘capillita’ se tratara. El espectador reía, escuchaba y se implicaba pero sin llegar al exceso: respetaba el recorrido y no se interponía en el paso de las bateas. Quizás, por ser de Puertas de Tierra para afuera o por tratarse de un público familiar con cochecitos de bebé incluídos. Pero también porque había que remojar el gaznate de vez en cuando. Porque, en los bares, lo de las aglomeraciones y empujones ya era otro cantar. De hecho, en Plocia el público natural de la noche veraniega gaditana -esa de ‘tapitas’, heladito y paseo o copas y marcha- se sumó al foráneo y familiar ávido de Carnaval. Es decir atisbos de alegría en la calle y en las cajas de los bares y restaurantes, «que tal y como está la cosa este año, hace falta», aseguraba Carmen Braza, de Garum, un nuevo bar en la calle de inicio. «El ambiente es estupendo, animadísimo, familiar y en los locales de la zona está sentando muy bien». En La Cepa Gallega confirmaban el pronóstico.
Calor de tangos
Y en lo que se refiere a coplas y tangos, la cosa fue más variada. Fue como una especie de radio fórmula carnavalesca destinada al turismo. Un poco del repertorio del pasado febrero sazonado con grandes clásicos de años anteriores y pequeñas referencias a la actualidad. Pesadilla antes de Navidad, El chivatazo, El cofre del tesoro, Mirando por Cai, La pesadilla, El coliseo, El duende del Corralón, La pioneras, El batallón de la libertad, Menuda tierra, El clan de los McCocas y La academia repasaron su antología de coplas. Promocional para el visitante pero con guiños para el aficionado de toda la vida que pudiera andar extraviado por el público.
Todo ello sazonado con tipos de manga corta y «qué age tiene mi Cai». Tópicos típicos en la noche en la que Don Carnal resucita por un día. Eso sí, lo hizo con el logo «you are welcome, Cádiz is different». Ni siquiera el que decide los vientos desaprovechó la ocasión para el tipismo. ‘Levantazo’ del bueno en la ciudad de los vientos. Por cierto, por segundo año. Al final la leyenda maldita tendrá que cambiar: ya no son los circos los que traen el Levante. Ahora, es el carrusel de verano.