A ver usted el DNI

Por  8:36 h.

Desde que, en buena hora, el Concurso eliminó la división geográfica entre premios locales y provinciales, el Falla se ha convertido en lugar de peregrinación de agrupaciones de lugares cuya toponimia supera con mucho los límites gaditanos. Son las ventajas y los inconvenientes de organizar un torneo tipo ‘open’ en el que se presenta el que quiere.        

 A estas alturas, resulta de lo más castrante y absurdo tener en cuenta el lugar de procedencia de un grupo a la hora de valorar. O me gusta, o no me gusta. O la veo para la final o no. Cada cual tendrá sus criterios, respetables siempre que no afecten al intrascendente lugar de origen de la agrupación. Si un grupo lejano ha aprendido lo suficiente, con ensayos o presencias, para estar en una final o llevarse el uno, así sea. Conviene empezar a eliminar prejuicios, ataques, defensas y novelerías derivadas únicamente del origen del grupo. En casi todos, afortunadamente, hay gente y autorías mezcladas, con diversas patrias chicas que me traen al fresco. A cada grupo, cada aficionado que le juzgue por lo que canta y por cómo lo canta. No todas las de Cádiz son buenas. De hecho, al menos la mitad de los bochornos que se merecen un telonazo cada año llegan de la capital o de la Bahía, donde no conocer el paño tiene más delito. Algunos grupos ‘foráneos’ han tocado la gloria porque lo merecieron, con varias chirigotas sevillanas en la final o en la cumbre, por ejemplo. Nadie pregunta para reírse con un cuplé. Pero si nos olvidamos del DNI, que sea para bien y para mal. En las duras y en las maduras. Tampoco vale ensalzar excesivamente a un grupo porque sus miembros sean populares. Lo merecerá porque su repertorio de humor inteligente y autoparódico desarmó la escopeta que teníamos cargada. Eso tampoco debe garantizarles la final si es que hay tres mejores. Tampoco pasemos de esperarles a encumbrarles. No se trata de aplaudir a los que vienen de muy lejos porque nos halagan los kilómetros que hacen, porque nos enternece. Si  no hay quién les escuche, así vengan de Groenlandia, mejor