Carnaval

¿A quién pertenecen las coplas de Carnaval?

Un abogado isleño realiza una investigación sobre la propiedad intelectual en la fiesta gaditana con el que obtiene un máster en Derecho

Por  0:47 h.
¿A quién pertenecen las coplas de Carnaval?

Los integrantes de las agrupaciones que participan en el Concurso Oficial de Agrupaciones (vulgo, el Falla) tienen cierta fama de peseteros e interesados entre algunos aficionados. Les achacan querer ganarse un dinero extra con las coplas a la menor ocasión. Los propios intérpretes, los autores y otro sector de seguidores aseguran lo contrario, que salir en Carnaval es caro, que los coros, por ejemplo, no ganan un duro, que todos los grupos participan frecuentemente en actos benéficos con el fin de recaudar fondos para las mejores causas sin pedir un céntimo a cambio.

En el eterno debate sobre el dinero que produce el Carnaval, si es mucho o poco, quién se lo queda y quién debería quedárselo faltan voces autorizadas, investigaciones rigurosas.

Un joven letrado isleño, Pedro Viera Lima, ha aportado una. Este abogado del Colegio de Madrid, licenciado en Derecho por Sevilla, ha preparado un documento con el que ha logrado el Máster en la Universidad Pontificia Comillas. Su trabajo tiene un título que aclara su temática ‘La propiedad intelectual en el Carnaval de Cádiz’.

Sus conclusiones son palmarias: «Existe un gran desconocimiento. Me he entrevistado con casi un centenar de autores, intérpretes, periodistas, maquilladores, presidentes de asociaciones, profesionales del atrezo… He hablado con todos los que he podido y la conclusión final es que casi nadie sabe nada. Ni los que creen saber. Solo algunos autores mayores o jóvenes veteranos, sobre todo los que trabajan escribiendo guiones o música fuera del Carnaval, tienen algunos conocimientos sólidos sobre la legislación y sobre sus derechos. Y los ejercen».

Viera admite que toda la normativa sobre propiedad intelectual, al margen del Carnaval, también es una gran desconocida. Aunque la primera ley española data de 1886, está en constante revisión, y fenómenos tecnológicos como internet la voltean cada dos décadas. La vigente en España data de 1996.

La relación de los que interpretan y componen las coplas en Cádiz también es de ignorancia y desuso. Por lo tanto, ni utilizan ni reclaman sus derechos frecuentemente. «La marca del Carnaval de Cádiz no está protegida. Es una de las conclusiones. Los intérpretes, aún más que los autores, son los grandes perjudicados. Hay un concurso con dinero en premios, derechos de televisión, entradas a la venta y publicidad. Sin embargo todo ese movimiento no repercute en los que lo sostienen con sus voces. Sin ellos, nada de lo anterior se daría. Ni siquiera hay transparencia sobre los premios ni sobre las subvenciones. El porcentaje dedicado a premios, comparado con las cantidades que se mueven en derechos televisivos, es ridículo».

Para evitar esta situación, a Viera le llama la atención, tras su investigación, que a los intérpretes «ni siquiera se les pida autorización, expresa y por escrito, para utilizar su imagen». Además de ese incumplimiento, luego se produce «una gestión muy discutible de las imágenes. Las empresas que pagan por el derecho a difundirlas permiten que se cuelguen libremente en internet. A los dos segundos están en Youtube, de donde se puede solicitar que se retiren. Pero las empresas que tienen la obligación de hacer el seguimiento y el control, no lo hacen».

De la SGAE a los tipos

El papel de la Sociedad General de Autores no es tan negativo para este letrado. Pese a la mala imagen de la SGAE, el trabajo que ha hecho para el estudio le hace pensar que «la delegación en Sevilla, al menos, ayuda, colabora, informa a los que hacen el Carnaval de Cádiz. Se implica en asesorar a los autores. Otra cosa es que algunos reclamen mucho más asesoramiento, y que haga falta aún más». Viera recomienda buscar ayuda especializada: «En la provincia apenas hay un equipo de abogados especializado en propiedad intelectual, en Chiclana. Una consulta a un letrado, según la tasa oficial del Colegio, cuesta 60 euros la hora y puede resolver muchas dudas, recordar muchos derechos».

Para el abogado autor del estudio, se trata de un caudal económico perdido. Además, ha detectado otras muchas formas de violación de la propiedad intelectual. «No sólo pasa con las coplas. Con los tipos pasa igual. Uno lo crea, se lo dice a otro que lo dibuja en un boceto. Nadie protege nada. Sale en el Falla y, a los pocos días, hay empresas que lo copian y lo reproducen para venderlo como disfraz normal. También he conocido el caso de los que graban las imágenes de televisión y montan un CD que venden a la mañana siguiente en la calle. Es economía sumergida, todo en negro, que no debe extrañar en Cádiz, en Andalucía ni en España. Habría que comenzar por formalizar la situación de los artesanos que hacen esos tipos, que no trabajen en su casa, sin cobertura ni derechos».